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Encuentros Diarios
Julio 12, 2017
Honestidad personal: la clave para relaciones exitosas – Primera parte
"Él respondió, 'Escuché tu voz en el huerto, y tuve miedo porque estaba desnudo. Por eso me escondí.'"1
Hubo un tiempo en mi vida cuando pensé que para ser agradable tenía que ser fuerte, fuerte como el Peñón de Gibraltar. Las tormentas le golpean, relámpagos caen sobre él, es azotado por la furia del viento y el mar golpea violentamente contra él, y allí está, seguro y sólido como una roca.
Para mí, el temor era debilidad y la ira era el mal, así que nunca debía mostrar esas emociones, Y como un hombre, sin duda, uno nunca muestra sus sentimientos cuando está lastimado o llora. A través de años de práctica, aprendí a ocultar muchas de mis emociones, poner en un frente valiente y pretende ser algo en el exterior que no estaba sintiendo interiormente.
Sin embargo, el problema de ser una roca, es que las rocas no sienten. No son reales, y no se pueden relacionar íntimamente con nadie. Yo tampoco podía hacerlo. Tal fue con el primer hombre, Adán, quien le temía al rechazo, "Yo, también, tenía miedo, es por eso que me escondí."
Uno de los serios efectos secundarios por negar y ocultar nuestras emociones es que las depositamos en nuestro banco de memoria inconsciente donde acumulan un interés malsano. La recompensa es que nos aislamos o estamos a la defensiva, irritables, hostiles, sin sentir, fríos, distantes y/o deprimidos.
O sacamos estas emociones enterradas a través de un comportamiento destructivo o enfermedades físicas. La ciencia médica nos recuerda que las emociones sin resolver, como el miedo, la tristeza, la envidia, el resentimiento y el odio son responsables de muchas de nuestras enfermedades. Las estimaciones varían desde un 60 por ciento a casi el 100 por ciento.2
El punto es, cuando no aceptamos nuestras faltas y hablamos o escribimos para sacar nuestros sentimientos negativos en forma creativa, inevitablemente nos comportamos en formas destructivas.
El Dr. Cecil Osborne, autor y consejero escribió, "muchas personas entierran sentimientos que consideran inaceptables. Por ejemplo, uno aprende de niño que odio, avaricia, envidia, miedo y lujuria son "malos." 'Uno no debe de tener esas emociones,' es el mensaje que recibe el niño, verbalmente o de otra manera. Además, por un inteligente rasgo de deshonestidad inconsciente, uno pudo haberse dicho a sí mismo, 'Un cristiano nunca odia. Yo soy cristiano, por lo tanto, nunca siento odio.' Y la agresión que es parte del equipo normal del ser humano, es enterrada en el subconsciente, sólo para salir en alguna forma inaceptable, a menudo como un síntoma físico."3
El negar las emociones también actúa como un veneno en las relaciones. Erige "paredes de ladrillo" alrededor del corazón y sofocan el amor, la intimidad y la cercanía.
Continuará . . .
Se sugiere la siguiente oración: "Querido Dios, por favor libérame del pecado de la deshonestidad y ayúdame a ser honesto y sincero conmigo mismo, con los demás y contigo. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Con gratitud, en el nombre de Jesús, amén."
1. Geneesis 3:10.
2. S. I. McMillan, Ninguna de estas enfermedades, Marshall, Morgan y Scott, 1966, página. 7.
3. Folleto para lideres, p. 32. Yokefellows Inc., Millbrae, California.
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