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Encuentros Diarios
Enero 19, 2018
Y Jesus se detuvo
"Y Jesús se detuvo"1
Por la larga y polvosa ruta de Jericó a Jerusalén, hace casi dos mil años, camino Jesús y su banda de discípulos, seguidos de una gran multitud.
Estaban todos acalorados y sudados. El polvo se pegaba a sus vestimentas. Estaban cansados, pero Jesús estaba en la cima de su popularidad, y la gran multitud deseaba estar cerca de él. Todos hablaban sin cesar. Haciendo preguntas. Buscando favores. Se les podía escuchar a kilómetros de distancia.
"¿Esperen, que es todo ese ruido? Pregunto el ciego Bartolomé a sus amigos que se encontraban sentados a lo largo del camino pidiendo limosna.
"No sé", respondió uno de sus amigos con un tono confuso en su voz.
Decidieron preguntarle a alguien.
Es Jesús les dijo alguien de la multitud.
Quieres decir Jesús de Nazaret. ¿El que todos dicen que puede sanar al enfermo y al ciego? Dijo Bartolomé emocionadamente.
"Ese es él, dijo el hombre, voy en camino a verle. Adiós."
La multitud se acercaba más y más. La emoción llenaba el aire. El ruido se hacía intenso.
"No lo puedo creer" le gritó Bartolomé a uno de sus amigos. Este tiene que ser mi día de suerte. Tengo que acercarme a Jesús; sé que él puede sanarme."
"Bart, allí está, Jesús," le gritó uno de sus amigos, "¿pero cómo harás para llamar su atención?"
La dignidad se dejo a un lado. Este es el momento, dijo Bartolomé, tal vez nunca vea a Jesús de nuevo y quiero sanar desesperadamente."
Así que buscando ser escuchado entre la multitud, Bartolomé levanto su voz diciendo, "¡Jesús, ten piedad de mi! ¡Señor, Hijo de David, ten compasión de mí!
"La multitud lo reprendía para que se callara. Estas haciendo mucho ruido. No hay posibilidad de acercarse a Jesús, así que relájate y deja tu gritadero."
Pero Bartolomé estaba determinado a acercarse a Jesús, no lo podía ver, pero podía gritar. Grito aun más fuerte. Escucho su voz elevarse por encima de la multitud. Se escuchó clara como el llamado de un clarinete, ¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mi! ¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mi!
Jesús se detuvo.
Y la multitud se detuvo.
Y una gran calma se apoderó de todos.
Los vientos y las olas no pudieron detener a Jesús. Tampoco lo pudieron detener las multitudes molestas. Pero un ciego solitario pudo - y lo hizo.
Jesús con su gran y compasivo corazón pidió que le llevaran a Bartolomé.
"¿Qué quieres que haga por ti?" le pregunto Jesús
"Señor," respondió Bartolomé, "quiero recibir la vista." Jesús se compadeció y Bartolomé recobró la vista.
"Sigue tu camino, tu fe te ha salvado."2
Amigos, ¿qué es lo que desean que Jesús haga por ustedes? ¿Tienen tanta determinación como la tuvo Bartolomé?
Se sugiere la siguiente oración: "Querido Dios, ten piedad de mi que soy un pecador. Escucha el llamado de mi corazón. Por favor sálvame del pecado. Sana mis heridas y llena mi corazón de amor, alegría, y paz. Jesús hijo de David, ten misericordia de mi también. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Con gratitud, en el nombre de Jesús, amén."
1. Marcos 10:49.
2. Adaptado de Odio dar testimonio de Dick Innes (Edición revisada), 155-157. A la venta en: http://tinyurl.com/33kfbk. Solamente en inglés.
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