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Encuentros Diarios
Septiembre 04, 2019
Siendo Real
"Examíname, oh Dios, y sondea mi corazón; ponme a prueba y sondea mis pensamientos. Fíjate si voy por mal camino, y guíame por el camino eterno."1
¿Han notado lo fácil que es amar a las personas que son abiertas, honestas y autenticas — y lo difícil que es el que nos agraden las personas que están a la defensiva, son deshonestas y viven en la negación?
Una buena definición de la denegación es lo que llamamos el decline de la verdad. A la larga la negación puede ser extremadamente destructiva para la salud física, mental y espiritual — y también destructiva para las relaciones, y la salud emocional, y espiritual de las familias y las sociedades.
Es verdad, muchos de nosotros nos vimos obligados en nuestra niñez a construir defensas alrededor de nuestros sentimientos para poder sobrevivir. Sin embargo, como adultos tenemos que liberarnos de las defensas insalubres para vivir y amar plenamente — es decir, vivir vidas productivas y desarrollar relaciones amorosas, sanas y duraderas. En la medida en la que yo viva detrás de una máscara — no importa que tan atractiva pueda parecer esa máscara — nunca podre sentir que soy querido porque mi máscara no soy yo. Sólo las personas sinceras pueden acercarse a otros y experimentar la intimidad y el amor real.
Además, entre más deshonestos soy con mi ser interior (mis verdaderos sentimientos y motivos), más distorsionaré el resto de la verdad — incluyendo la verdad sobre Dios, para hacerla coincidir con mi percepción de la realidad y utilizarla para justificar mi comportamiento. En última instancia termino infelizmente creyendo mis propias mentiras.
¿Por lo tanto por dónde empezar para superar el problema de la negación, que muy bien puede ser el problema personal y social más destructivo que tenemos?
En primer lugar, llamemos a la denegación lo que es. Es un PECADO — y es un pecado destructivo. Recuerde, el pecado de mentirme a mí mismo es tan grande como lo es el pecado de mentirle a alguien más. Podemos llamarle al veneno por cualquier nombre que nos guste, pero el veneno no deja de ser veneno. Lo mismo ocurre con el pecado. Podemos llamarlo libertad de elección, de expresión o por cualquier otro nombre creativo para darle una apariencia dulce y hacerle parecer atractivo, pero esto solo lo hace más engañoso y peligroso.
Segundo, la confesión. Recuerde que cambiamos al mundo una persona a la vez. La primera persona con la que debemos comenzar es con nosotros mismos. Necesito darme cuenta de que puedo ser tan culpable del pecado de denegación como cualquier otra persona e ir a Dios con un corazón sincero y humilde pidiéndole que "busque en mi corazón" y me revele, no importa que tan doloroso sea, cualquier área en mi vida en al que yo esté en denegación y me confrontar con la verdad sobre mí.
En tercer lugar, dense cuenta que el sin acceso a la verdad no puede existir la curación o recuperación de individuos o sociedades, y no hay liberación de las ataduras deshonestas. Como Jesús dijo, y conocerán la verdad y la verdad los hará libres2. No es sin una buena razón que Dios "desea que tengamos la verdad en nuestro ser interior."
En cuarto lugar, acepten el hecho de que fue por el dolor que caímos en la denegación y es a través del dolor que podemos salir de ella. Como dicen en AA, "no es la verdad lo que nos duele pero sí lo es el dejar ir las mentiras." De hecho, el enfrentar a la verdad puede ser doloroso pero increíblemente liberador y, en definitiva, satisfactorio. Digo doloroso porque generalmente para poder romper nuestras defensas contraproducentes hay que pasar por experiencias dolorosas.
Por último, la búsqueda de la verdad debe ser un viaje continuo durante toda la vida. Es un viaje que nos lleva a vivir y a amar plenamente — y en última instancia a la vida eterna. Las mentiras son del diablo y conducen al infierno aquí en la tierra y en la vida venidera.
Se sugiere la siguiente oración: "Querido Dios, en las palabras del salmista, 'búscame. . . y conoce mi corazón. Pruébame y conoce mis ansiedades. Y ve si existe en mí la maldad y llévame por el camino a la eternidad. No importa cuál sea el costo, por favor, libérame del pecado de la denegación. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Con gratitud, en el nombre de Jesús, amén."
1. Salmos 139:23-24.
2. Véase Juan 8:32
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