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Encuentros Diarios
Diciembre 24, 2019
Bajo de Su Gloria - Segunda Parte
"Por lo tanto, el Señor mismo les dará señal: He aquí la virgen concebirá y parirá un hijo, y llamarás su nombre Emanuel [literalmente, Dios está con nosotros]."1
En seguimiento a nuestra historia de ayer acerca de Tommy, el niño que sentía que no era amado y se sentía abandonado, esto nos recuerda gráficamente lo que Dios hizo por nosotros en una Navidad hace mas de 2000 años.
Si bien no hemos sido abandonado por Dios, nuestros pecados nos separan de él y nos quedamos perdidos en un mundo de pecado y oscuridad, condenados a un infierno eterno-lo que sea y dondequiera que sea, quedando para siempre separados, no sólo de Dios, pero además de todo lo que es bueno y todo lo que es amor.
Sin embargo, en su amor misericordioso, Jesucristo el Hijo eterno de Dios, se quitó la túnica externa de la deidad, y se vistió a sí mismo en una vestimenta de carne humana, salió de los palacios de marfil de los Cielos, y vino a la tierra para poder identificar con la humanidad y salvarnos de nuestra desesperación y del estar perdidos para siempre.
Lamentablemente muchos no se dan cuenta de la terrible situación en que se encuentran sin Dios. Algunos razonan diciendo que si Dios es un Dios de amor, ¿cómo podría enviar a alguien al infierno? Es imperativo para nosotros entender que puesto que Dios es un Dios de santidad absoluta ningún pecado o pecador pueda existir en su presencia. También es importante recordar que no es Dios quien nos envía al infierno. Si rechazamos su misericordia y su perdón, nosotros mismos nos enviamos allí.
Además, dado que Dios es absolutamente justo, todo pecado debe ser juzgado y ese juicio es la muerte eterna, que es la separación eterna de un Dios santo y justo. Afortunadamente, sin embargo, Dios también es un Dios de amor absoluto y porque él nos amó a nosotros, envió a su Hijo, Jesús, para pagar el castigo por nuestros pecados, el castigo que la justicia de Dios exige.
Puede que usted no esté consciente de ello, pero Jesús le está llamando a responder a su amor y misericordia. El tiene el regalo del perdón para todas sus transgresiones y actos pecaminosos y, con su perdón, el regalo de la vida eterna. Y como el niño en la primera parte, Dios ha estado ocultando en las sombras con usted, esperando pacientemente para que usted le tome de la mano y él le puede guiar hacia la su vida eterna.
¿Por qué no responder al llamado de Dios hoy? Puede hacerlo por una simple oración como la siguiente:
"Querido Dios, ¿cómo podré agradecerle lo suficiente por amarme tanto que enviaste a tu Hijo, Jesús, para venir a la tierra en esa primera Navidad. Admito y confieso que soy un pecador y me arrepiento de todos los males que que he hecho. Yo creo que Jesús murió en la cruz por mis pecados. Por favor, perdóname. Y te invito, Jesús, para que entres en mi corazón y vivas en el como mi Señor y Salvador. Encomiendo y confío mi vida a ti. Por favor, dame el deseo de ser lo que quieras que sea y hacer lo que quieras que haga. Gracias por morir por mis pecados, por tu perdón gratuito, por el don de la vida eterna, y por escuchar y responder a mi oración. Amén."
Si usted hizo esta oración, por favor haga clic en (o copie y pegue en su navegador): http://www.actsweb.org/sp/decision_sp.php y rellene el formulario de respuesta.
En las palabras del compositor, William E. Booth-Clibborn:
Por debajo de su gloria, la historia siempre viva,
Mi Dios y Salvador vino, y Jesús era su nombre;
Nacido en un pesebre a los suyos un extraño,
Un varón de dolores, lágrimas y agonía!
¡O, cómo lo amo! ¡Cómo lo adoro!
¡Mi aliento, mi sol, mi todo!
El gran Creador se convirtió en mi Salvador,
¡Y toda la plenitud de Dios habita en Él!
1. Isaías 07:14 (NVI).
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