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Encuentros Diarios
Marzo 26, 2018
La meta de Dios no es hacernos buenos
"A este Cristo proclamamos, aconsejando y enseñando con toda sabiduría a todos los seres humanos, para presentarlos a todos perfectos en él. Con este fin trabajo y lucho fortalecido por el poder de Cristo que obra en mí."1
¡No tenemos que ser buenos por el amor de Dios!
De hecho, por extraño que pueda parecer, ser bueno puede ser nuestro peor enemigo. Lo fue para los fariseos. Su bondad externa fue un encubrimiento para no ver quiénes realmente eran por dentro. ¡Jesús no estaba de acuerdo con su religiosidad externa! De hecho, él se opuso con vehemencia, ya que era un acto externo y no una respuesta interna.
Puede aportar un gran sentido de libertad el comprender que a Dios no le agradan las reglas, sino más bien las relaciones. Su objetivo no es el hacernos buenos, sino el de vernos sanar de adentro hacia afuera. El resultado final será bondad, pero la bondad que viene de un corazón sanado—no por adherirse a las normas dictadas por el legalismo.
Esto no es una excusa para actuar con un comportamiento pecaminoso o destructivo. No, en lo absoluto. Como el apóstol Pablo dijo: "¿Vamos a persistir en el pecado, para que la gracia abunde? De ninguna manera."2
Lo que sí significa es que necesito para crecer hacia la plenitud y madurez al reconocer mi quebrantamiento interior, mis debilidades y mis problemas de carácter resuelto y llevar no sólo a ellos a Dios por la curación, sino también un amigo de confianza y/o consejero. Como James dijo: " Por eso, confiésense unos a otros sus pecados, y oren unos por otros, para que sean sanados."3
Una vez más, la meta de Dios no es la de hacernos buenos, sino la de hacernos completos. Con él lo que cuenta es el corazón y no lo externo. Si todo lo que tengo es el externo bueno, yo no soy mejor que los fariseos. Dense cuenta también que sólo en la medida en que seamos completos así también lo será nuestro estilo de vida, nuestras actitudes, nuestras acciones, nuestro comportamiento y nuestras relaciones.
Se sugiere la siguiente oración: "Querido Dios, por favor ayúdame a ver las partes de mi que están rotas, y así poder llevártelas para sanar. Enfréntame cara a cara con mi realidad, hazme completo y guíame hacia la ayuda que necesito para hacer esto. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Con gratitude, en el nombre de Jesús, Amén."
1. Colosenses 1:28-29 (NVI).
2. Romanos 6:1 (NVI).
3. Santiago 5:16 (NVI).
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