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Encuentros Diarios
Julio 11, 2019
Un Antídoto Para las Preocupaciones
Den gracias en todo porque esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús en lo que ha ustedes concierne.”1
Dale Carnegie escribió, “Si las personas que se preocupan por sus responsabilidades tan sólo se pusieran a pensar en las riquezas que poseen, dejarían de preocuparse. ¿Vendería usted sus ojos por un millón de dólares … o sus dos piernas … o sus manos … o su capacidad de escuchar? Cuenten lo que tienen, y se darán cuenta que no lo venderían ni por todo el oro del mundo. Las mejores cosas de la vida son suyas si las pueden apreciar ustedes mismos.”
Hace años cuando era un estudiante en Chicago y conducía un camión de pasajeros en la ciudad, fui saludado por una anciana muy refinada quien me tocó el hombro diciéndome, “¡Joven usted es un millonario!” Eso era nuevo para mí. Sin embargo, después de una pausa, la dama continuó, “¡Usted tiene su salud!”
Ella estaba en lo correcto. El contar nuestras bendiciones como lo sugiere Carnegie, no eliminará nuestros problemas, pero ciertamente nos podrá ayudar a manejarlos de una mejor manera—especialmente si damos gracias a Dios diariamente bajo cualquier circunstancia—ya sea buena o mala.
También cuando estoy preocupado o estresado me ayuda el escribir todas las cosas de las que me tengo que encargar y el ponerlas en orden de prioridad en una lista y tratar de encargarme de una cosa a la vez. Pero el mejor antídoto de todos es la oración y el decirle a Dios que tengo miedo y estoy preocupado, pero que he elegido confiar en que él me ayudará a trabajar en las cosas que me preocupan. Con el tiempo mis sentimientos estarán de acuerdo con mi decisión de confiar en Dios.
Se sugiere la siguiente oración: “Querido Dios, te entrego y confío mi vida de nuevo a ti en éste día. Aquí están mis preocupaciones [Dele a Dios una por una], ayúdame a ver las cosas como realmente son. Te las entrego todas y confío en que tú me ayudarás a trabajar en cada una de ellas. Gracias por escuchar y responder a mi oración. De todo corazón en el nombre de Jesús, Amén.”
1. 1 Tesalonicenses 5:18.
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