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Septiembre 12, 2019

"¡Tengan cuidado!—advirtió [Jesús] a la gente—. Absténganse de toda avaricia; la vida de una persona no depende de la abundancia de sus bienes."¹

En una ocasión tuvimos un orador en nuestra iglesia quien condujo una clase para padres para protegerlos de ser infectados con "afluencia." La idea siendo que nosotros y nuestros niños pueden estar tan atrapados en el mundo de afluencia materialista que pierden el verdadero significado de la vida.

Yo creo que una de las razones principales que somos tan materialistas aquí en el Oeste es porque estamos tan emocionalmente reprimidos. Las emociones son dadas por Dios. Le añaden belleza e interés a la vida. Cuando son reprimidas y negadas, la vida puede ser aburrida y vacia.

Además, cuando enterramos las emociones, tenemos la tendencia de contentarnos con experiencias falsificadas y los sentimientos que producen. Por ejemplo, cuando la emoción de amor es reprimida, hay una tendencia de sustituir la lujuria la cual puede parecerse a amor y sentirse como amor—pero no es amor y puede ser un sustituto dañino—y deja a uno más vacio, solo, e insatisfecho.

También, considere la emoción de maravilla—la emoción que pone brillo en la vida y nos mueve profundamente cuando un bebe envuelve su pequeña mano alrededor de solo uno de nuestros dedos y por medio de esto toca nuestro corazón.  Cuando la maravilla es reprimida, llegamos a estar "característicamente aburridos con la vida," y tenemos la tendencia de voltear hacia el materialismo en un intento vano de llenar el vacío en nuestro corazón. Y en vez de amar a las personas y usar cosas, terminamos amando las cosas y usando a las personas.

Entonces si queremos evitar el problema de "afluencia" y la plaga de materialismo vacio y aprender a vivir y amar plenamente, es esencial que estemos en contacto con todas nuestras emociones dadas por Dios.

Oración sugerida: "Querido Dios, por favor libérame de la plaga del materialismo la cual puede fácilmente convertirse en una fuerza motriz en mi vida. Ayúdame a conectarme con todas mis emociones dadas por Dios y usarlas en la manera que las designaste que fueran usadas para que yo aprenda a vivir y amar plenamente. Gracias por escuchar y contestar mi oración. Te agradezco. En el nombre de Jesús, amen."

1. Lucas 12:15 (NVI).