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Encuentros Diarios
Octubre 01, 2019
Fuera de Las Sombras
“Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo.”1
El año 1741 fue un año muy deprimente para George Frideric Handel. Su última ópera había sido un fracaso. Su compañía de ópera italiana en Londres se desbarató. El mismo año la Reina Carolina falleció y las comisiones que Handel recibía por componer música para las ocasiones royales se le estaban acabando. Una embolia que había sufrido años antes no sólo le afectó físicamente, pero afectó a su música. Parecía que había perdido al genio que hizo su música tan popular.
A fines del mismo año, Charles Jennens, un poeta conocido por pocos, envió un manuscrito a Handel con el pedido de que Handel le pusiera música. Cuando Handel leyó la copia, las palabras lo atraparon. Repentinamente se sintió vivo. Inmediatamente empezó a ponerle música a las palabras. Trabajó toda esa noche y la mayor parte del día siguiente. Es un hecho que trabajó día y noche por 22 días casi sin detenerse a comer o dormir.
Cuando su composición quedo terminada él sintió que sería una obra maestra. Su Mesías se ejecutó al siguiente año y fue un éxito inmediato.
Las palabras que Jennens escribió y que inspiraron a Handel y le sacaron de su desesperación eran acerca del Salvador: “El fue despreciado y rechazado por los hombres. El buscó a alguien que le tuviera lastima, pero no había un solo hombre. El confió en Dios. Dios no dejó su alma en el infierno. Sé que mi Redentor vive. ¡Regocíjense. Aleluya!
Me atrevería a sugerir que fue el periodo de desesperación y desengaño el que preparó el corazón y la mente de Handel para escribir esta obra maestra del genio de la música. Estamos muy agradecidos de que haya invertido su dolor inteligentemente.
Se sugiere la siguiente oración: “Querido Dios, gracias por poner el don de la música en el corazón y la mente de la humanidad. Y gracias por utilizar a George Frideric Handel para darnos la maravillosa obra del Mesías. Ayúdame a encontrar la música en mis penas y a bendecir a otros a través de mi dolor. Gracias por escuchar y responder a mi oración. De todo corazón en el nombre de Jesús, Amén.”
1. Job 19:25 (NVI).
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