Encuentros Diarios
Diciembre 10, 2019
Dulce Venganza?
“Aquel al que se le perdona poco ama poco.”1
En el mundo actual se cuenta la historia de una mujer que en una ocasión fue a ver al primer Rey de Saudí Arabia, para pedir que el hombre que había matado a su esposo fuera sentenciado a muerte. El hombre había caído desde arriba de una palma en la que se encontraba recolectando dátiles y cayó encima del esposo de esta mujer matándolo.
El rey dijo, “Tienes derecho de exigir una compensación y también tienes derecho a pedir la muerte de este hombre. Pero es mi derecho el elegir la forma en la que el morirá. Tú llevaras a este hombre contigo y lo amarraras de un pie a la palma, después tú subirás a la copa de la palma y te lanzarás sobre él desde esa altura. De esa manera le quitaras la vida así como él se la quito a tu esposo. ¿O tal vez, agregó el rey, “prefieras quedarte con el dinero de la compensación?”
La viuda tomó el dinero.
El no perdonar nos mantiene atados al pasado. Es un asesino—no del que causa el resentimiento, pero del que carga el resentimiento. Como alguien más lo ha dicho; “EL no perdonar es como tomar veneno y esperar que la otra persona muera.”
Además como Jesús lo dijo, “Aquel al que se le perdona poco ama poco.” Una forma de amar mucho, por lo tanto, es el confesar todos nuestros errores y pecados, no sólo a Dios, pero a los que hemos lastimado y hacer todo lo que esté en nuestras manos para recompensarlos y así podamos ser perdonados. ¡Porque al que se le perdonado mucho ama mucho!
Se sugiere la siguiente oración: “Querido Dios, por favor ayúdame a confesar todos mis pecados y las formas en las que he lastimado a los demás (nómbralos) y encontrar tu perdón y el de ellos para poder amar mucho y libremente perdonar a todos los que me han lastimado—así como tú me has perdonado. Gracias por escuchar y responder a mi oración. De todo corazón en el nombre de Jesús, Amén.”
1. Jesús en Lucas 7:47 (NVI).
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