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Encuentros Diarios
Noviembre 20, 2018
Ocupaciones
"Mientras iba de camino con sus discípulos, Jesús entró en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María que, sentada a los pies del Señor, escuchaba lo que él decía. Marta, por su parte, se sentía abrumada porque tenía mucho que hacer. Así que se acercó a él y le dijo: —Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sirviendo sola? ¡Dile que me ayude!—Marta, Marta—le contestó Jesús—, estás inquieta y preocupada por muchas cosas, pero sólo una es necesaria. María ha escogido la mejor, y nadie se la quitará."1
Leí acerca de un líder de jóvenes muy exitoso, por lo menos así creía él y muchos otros, quien construyo un ministerio juvenil tremendo—más grande en todo el país. Pero siempre estaba ocupado, ocupado, ocupado.
De hecho el estaba tan ocupado con la obra "para Dios" que descuido las cosas más importantes en la vida. En la tarde de un día en Noviembre su esposa lo alcanzo mientras salía apresuradamente de la puerta para ir a predicarles a los niños de otras personas. Ella pregunto, "¿Sabes, o te importa que desde mediados de Septiembre hasta hoy, no has estado en casa ni siquiera una noche?"
Ella tuvo una crisis poco después. El contemplo el suicidio. El después confeso, "Yo era un hombre que existía en una concha."
Como muchos de nosotros, la concha de ocupación de Jim era su protección externa—no del mundo exterior—pero de su mundo interior de ansiedad no resuelto. El problema de Jim era que él era un adicto a las ocupaciones. Ese a lo mejor era el problema de Marta también. ¿Quizás?
Mientras seguimos corriendo para evitar enfrentar nuestras ansiedades internas, nuestras ocupaciones pueden hacernos adictos a nuestra propia adrenalina, lo cual se convierte en nada más que una anestesia para adormecer los sentimientos de una vida vacía o perturbada. Haciendo esto terminamos escondiéndonos de nuestra propia realidad—un camino auto-destructivo para seguir.
Para superar, el primer paso es admitir la verdad de lo que estamos haciendo; es decir, admitir nuestra adicción sin importar que tan refinada aparezca. El segundo paso es unirnos a un grupo de recuperación/apoyo para ayudar a detener el comportamiento adictivo/evitación para que podamos sentir el dolor que estamos buscando evitar. Y tercero, donde sea necesario necesitamos buscar consejería sabia o profesional al igual que la ayuda de Dios para resolver y superar la causa o causas atrás de nuestro comportamiento de evitación.
Oración sugerida (si es necesario): "Querido Dios, yo confieso que soy una Marta. Por favor ayúdame a soltar la adicción de control de mi vida, encontrar la ayuda que necesito para poder superar, y ayúdame a desarrollar la 'Maria' relacional en mí. Gracias por escuchar y contestar mi oración. Te agradezco. En el nombre de Jesús, amen."
1. Lucas 10:38-42 (NVI).
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