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Encuentros Diarios
Diciembre 22, 2021
La historia de Navidad: Ana
"... y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos
y oraciones. Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y
hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalen."1
Ana es probablemente una de las personas más pasadas por alto en la
historia de Navidad. Solo tres versículos están dedicados a ella, pero cuando
realmente miramos de cerca quién era, nos damos cuenta de que su pasión por
Jesús nos dejó un hermoso legado.
Cuando llegó el momento, María y José llevaron a Jesús para ser
presentado al Señor en el templo. Además de Simeón, de quien leímos ayer,
también hubo una profetisa llamada Ana que los encontró en el templo. Las
mujeres profetas eran pocas en esos tiempos, pero Dios la usó para hablar desde
Su corazón. También enviudó solo siete años después de casarse, y ahora a la
edad de ochenta y cuatro años continuaba sirviendo fielmente en el templo. Las
viudas a menudo eran vistas como las más pobres e indigentes de su cultura,
pero Dios tenía a Ana en alta estima.
Veamos algunos puntos claves sobre Ana.
Ella era de la tribu de Aser, que se consideraba una
tribu "perdida" porque habían sido dispersados. Pero
independientemente de dónde viniera, ella era especial y era importante para
Dios. Él usará a cualquiera que esté dispuesto, y Ana fue eso y más. Su edad era otro factor que muchos tendrían la
tendencia a decir que es "demasiado viejo" para hacer grandes cosas
por Dios, pero Dios no mira la edad, sino más bien la condición de nuestro
corazón. Aunque las Escrituras no lo dicen claramente, podemos
suponer que ella nunca tuvo hijos basándose en el hecho de que solo había
estado casada siete años y ahora vivía en el templo. Si ella hubiera tenido
hijos, lo más probable es que hubieran estado satisfaciendo sus necesidades.
Ana podría haberse centrado fácilmente en su tristeza y pensamientos de
soledad, pero en su lugar eligió poner su energía en servicio por el resto de
su vida. ¡Servir a Dios y servir a los demás es obviamente el secreto de un
corazón juvenil! Solo puedo imaginar la alegría que sintió en el momento en que
vio a Jesús entrar en el templo. ¡Tal vez fue su relación cercana con Dios la que
le permitió reconocer en ese momento que el Redentor había venido! Estoy seguro
de que su dolor, tristeza y pérdida palidecieron en comparación con la
abrumadora sensación de gozo al ver al Salvador con sus propios ojos. Sólo tres
versículos acerca de Ana, pero un hermoso legado de fidelidad y un corazón de
servicio y adoración al Señor.
Oración sugerida: Querido Dios, la sociedad puede mirar la apariencia
externa cuando se trata de nuestro valor, pero tú miras el corazón. A tus ojos,
somos dignos y capaces de ser un ejemplo para otros como Ana. Ayúdame a
mantener mis ojos en ti, incluso en medio del dolor, para que pueda elegir
alabarte y experimentar la gran bendición de una relación cercana contigo.
Gracias por escuchar y contestar mi oración. En el nombre de Jesús, Amén.
Lucas 2:37-38 (NVI).
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