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Encuentros Diarios
Febrero 11, 2022
El árbol de dar
“No hay un amor más grande que el dar la vida por
los amigos."1
La historia cuenta la
relación entre un niño y su árbol de manzana; de cómo le encantaba jugar entre
sus ramas y hojas, y descansar a su sombra, y comer sus manzanas. El árbol
siempre estaba feliz de cumplir porque amaba al niño. A medida que el niño
crecía, tenía diferentes necesidades y el árbol hizo todo lo posible para
llenarlas. Cuando necesitaba dinero, vendía sus manzanas, cuando necesitaba una
casa, ella le daba sus ramas, y así fue hasta que no quedó nada del hermoso
árbol más que un tocón. Su amistad, aunque especial, siempre salía del árbol
deseando que el chico volviera y disfrutara de estar en su presencia como
antes. Al final de su vida, el niño, ahora un anciano, solo necesitaba un lugar
para sentarse y descansar, y su viejo amigo, el árbol, le proporcionó ese
consuelo. Ella lo había dado todo para hacerlo feliz y vivir una vida plena y,
al final, el árbol era exactamente lo que el niño necesitaba.2
Nuestro Salvador,
como este árbol, lo dio todo para que pudiéramos vivir una vida plena y abundante.
Nosotros, como el niño, vamos a Él, nos quedamos por un tiempo, tomamos lo que
necesitamos y luego nos mantenemos alejados hasta que lo necesitemos de nuevo.
Al igual que el árbol, nuestro Salvador está dispuesto a continuar
satisfaciendo nuestras necesidades y traernos gozo. Nuestro Salvador dio Su
vida por nosotros, pero, a diferencia del árbol, ¡nuestro Salvador resucitó!
Verás, Jesús desea que tú y yo vengamos y nos sentemos a sus pies y crezcamos
en Su presencia. Tenemos el privilegio de regresar a Él en cualquier momento
del día y de la noche sin tener ninguna necesidad específica y Él está allí
para nosotros, esperando con los brazos abiertos para sentarnos y descansar. La
Palabra de Dios nos enseña que la amistad es sacrificial, una que da su vida
por sus amigos. Jesús fue ese ejemplo. Qué honor poder tener una relación con
el Señor de Señores y Rey de Reyes. Cultivemos esa amistad hoy pasando tiempo a
los pies de nuestro amigo, Jesús.
Oración sugerida:
Querido Señor, he
dado por sentada nuestra amistad. Has sido fiel en los grandes y pequeños
momentos de mi vida. Tú has dado y yo he tomado. Estoy muy agradecido por tu
cuidado interminable por mí y te pido que me des el deseo de buscarte
diariamente. Permíteme crecer en tu presencia y encontrar paz en ti. En el
nombre de Jesús, Amén.
Juan
15:13. El
árbol que da, de Shel Silverstein.
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