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Encuentros Diarios
Septiembre 16, 2022
Himnos Amados: Sublime Gracia
"En el tenemos la redención mediante su sangre,
el perdón de nuestros pecados, conforme a las riquezas de la gracia."1
La Sra. Newton
era una mujer piadosa cuya salud era frágil, pero su fe era fuerte. Dedicó sus
días a cuidar a su hijo, John, quien a una edad muy temprana había memorizado
muchos pasajes de la Biblia e himnos. La Sra. Newton se aseguró de que su hijo
conociera a Jesús y lo elevó en oración a su Padre Celestial diariamente. John
tenía unos siete años cuando su mama falleció, pero recordó sus constantes
oraciones por él.
Después de la
muerte de su madre, John alternó entre el internado y la alta mar, queriendo
vivir una buena vida, pero luchando constantemente contra la atracción de la
tentación. John comenzó a caer profundamente en el pecado. Poco tiempo después
de ser puesto en servicio con la Armada británica, desertó. John fue capturado
y azotado. Sus pensamientos, en ese momento, vacilaban entre el asesinato y el
suicidio. Más tarde recordó: "¡Era capaz de cualquier cosa!". John
estaba viviendo el tipo de vida que solo se encuentra en las historias de
ficción. A medida que se embarcaba en más viajes por mar, los peligros, las
pruebas y las trampas lo seguían.
En la noche del 9
de marzo de 1748, John Newton, que tenía 23 años en ese momento, fue despertado
por una tormenta brutal que se topó con el barco demasiado repentinamente,
dejando a la tripulación en gran peligro. Al día siguiente, John clamó a Dios y
más tarde escribió: "Ese diez de marzo es un día muy recordado por mí; y
nunca he dejado que pase desapercibido desde el año 1748: el Señor vino de lo
alto y me libró de las aguas profundas". John estaba hablando tanto
literal como espiritualmente. Durante los siguientes años, John Newton
experimentó un crecimiento espiritual lento, y a menudo pausado; pero al final
se convirtió en uno de los predicadores evangélicos más poderosos de la
historia británica, así como en el autor de cientos de himnos.
Sublime gracia del Señor
Que un infeliz salvo;
Fui ciego mas hoy miro yo,
Perdido y El me hallo.
En los peligros o aflicción
Que yo he tenido aquí,
Su gracia siempre me libro
Y me guiara feliz.2
Oración sugerida:
Querido Señor, soy tan indigno de tu Sublime Gracia; sin embargo, una y otra
vez, tu mano misericordiosa se extiende hacia abajo y me salva de las trampas
pecaminosas en las que me encuentro. ¡Gracias por amar a un infeliz como yo! Gracias
por traerme siempre de vuelta a Ti. En el nombre de Jesús, Amén.
Efesios
1:7 (NVI). "Sublime Gracia" de John
Newton (1779).
El Encuentro de
hoy fue escrito por: Verónica B.
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