Encuentros Diarios
Abril 07, 2020
Ama a Dios… Ama a la gente
“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente’… y … ‘Ama a tu prójimo como a ti mismo."1
Ron Clark de Tasmania, Australia, nos dice como leyó de una casa para hombres que habían salido de prisión, en la cual ellos podían estar hasta que encontraban trabajo y un lugar donde vivir. Un joven había estado en el penal por casi toda su vida como adulto. Un día mientras se encontraba sentado en el comedor, la hija de la pareja que manejaba la casa, una niña de tres años se sentó en sus rodillas, le puso las manos al cuello y le dio un abrazo. Con lagrimas en sus mejillas dijo, ‘esta es la primera vez que puedo recordar que alguien me haya tocado con amor.’
“Unas semanas después él entregó su vida a Jesucristo. Dios usó la comunicación del contacto físico y el amor para borrar las cicatrices de todos esos años.”
Recuerdo haber leído en uno de los libros de Leo Buscaglia acerca de una pequeña que fue a la casa de los vecinos donde vivía un hombre cuya esposa había fallecido. Cuando ella regreso a casa su madre le preguntó que había hecho. Ella le contestó, “Me senté en sus piernas y le ayude a llorar.”
Si hubiese una respuesta a todas las enfermedades del mundo, podría resumirse en las palabras de Jesús cuando un abogado le preguntó, ¿Cuál es el mayor de todos los mandamientos? “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con toda tu mente”—le respondió Jesús. Éste es el primero y el más importante de los mandamientos. El segundo se parece a éste: “Ama a tu prójimo como a ti mismo.” De estos dos mandamientos dependen toda la ley y los profetas.”2
Si en verdad amamos a Dios, le serviremos a él. Tambien amaremos a los demás y haremos todo lo que podamos para ayudarlos porque servimos a Dios cuando servimos a los demás.
Se sugiere al siguiente oración: “Querido Dios, por favor ayúdame a amarte con todo mi corazón, alma y mente, y a amar a mi prójimo como a mí mismo, y a servirte al dar y servir a los demás. Y ayúdame a hacer esto siempre con un motive puro—el de glorificarte con todo lo que soy y lo que hago. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Te agradezco. En el nombre de Jesús, amén.”
1. Mateo 22:37-39 (NVI).
2. Mateo 22:37–40 (NVI).
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