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Encuentros Diarios
Septiembre 21, 2021
Afliccion de dar consejos
“Alégrense con los que están alegres; lloren con los que lloran.”1
Recuerdo hace años haber escuchado a un amigo hablar de algunas personas “que estaban maldecidas con la aflicción de consejos.” En su momento sonó algo extraño pues no podía comprender lo que el trataba de decir. Ahora lo entiendo.
Según el diccionario Webster, las personas “que ofrecen… consejos sin que se les pida [o solicite]” son oficiosos. Pueden también ser desagradables. El consejo no deseado o no solicitado puede ser una forma de hacer sentir mal a la otra persona y puede ser una crítica oculta bajo un fino velo.
No estoy hablando de ir a un abogado, contador, mecánico automotriz, o lo que fuere en donde necesitamos y pedimos consejo profesional. De lo qué estoy hablando es de cuando compartimos nuestras luchas y emociones con un amigo y ellos tienen la compulsión de decirnos lo que debemos o no debemos hacer. Nos hacen sentir mal cuando ellos asumen que saben la respuesta a nuestra situación y necesidades mejor que nosotros mismos.
Algunas personas tienen una compulsión de decirle cosas sencillas como el cómo dar brillo a tus zapatos… cómo barrer el piso… y cómo hacer una cantidad de cosas que son obvias para todos, asumiendo que usted no está tan bien informado o es tan inteligente como lo son ellos. ¡Ellos tratan a los adultos como una madre trata a un niño pequeño!, “Pretenden ser los padres.” También hacen enojar a las personas.
Aun cuando algunas personas desean consejos en su vida personal, es mucho más sensato no darlo, sino ayudarle a ver cuáles son sus opciones y a determinar sus propias soluciones. Mientras yo “pretenda ser el padre” de los demás, aconsejándolos en lo qué deben o no deben hacer, esto puede alimentar mi débil ego y hacerme sentir importante (falsamente), pero mantiene a otros dependiendo de mi y no maduran. ¡Puede también jugar la parte de Dios y del Espíritu Santo en las vidas de otras personas.
Un buen consejero no dice a gente lo que deben o no deben de hacer. Él/ella ayuda a su clientes a hacer frente a la realidad (a ver la verdad… primero sobre sí mismos y después sobre la situación en la que están) y deciden por sí mismos lo que necesitan hacer.
Lo qué deseo de un amigo cuando me estoy sintiendo mal, es alguien que me escuche con su corazón, que me dé su presencia, y me acepte tal cual soy—y al hacerlo me deja saber que se preocupa por mí. En tales ocasiones no deseo ni necesito un consejo que no ha sido solicitado de ninguna manera.
En otras palabras quiero amigos que se alegren conmigo cuando estoy alegre y lloren conmigo cuando lloro. Si usted tiene tales amigos, cuídelos por siempre. Son unas joyas muy raras.
Se sugiere la siguiente oración: “Gracias Jesús por ser los amigos de los pecadores como yo. Ayúdenme a ser un amigo así para los demás. Ayúdenme a no dar consejos, pero a ser siempre en todas formas como Jesús con cada vida que toque. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Te agradezco. En el nombre de Jesucristo, Amén.”
1. Romanos 12:15.
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