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Encuentros Diarios
Julio 08, 2020
Entre los trapecios
“El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida; ¿quién podrá amedrentarme?”1
Si alguna vez ha ido al circo y observado a los trapecistas en las alturas en sus actos en los que parecen desafiar a la muerte, usted sin lugar a dudas se ha emocionado con la tan impresionante precisión de este acto. Pienso que yo sería un manojo de nervios si ellos no tuviesen una red de seguridad para atraparlos en caso de una caída.
Si yo tuviera que hacer eso (especialmente sin la red) estaría absolutamente aterrado. ¿Podre alcanzar a mi compañero? ¿Me podrá atrapar a tiempo? ¿O me desplomaré lastimándome o tal vez matándome?
Algunas veces la vida puede ser algo similar. Yo he estado en esa posición en ocasiones y probablemente usted también lo ha estado. La vida o el trabajo pueden desaparece en un momento. Tal vez usted perdió a un ser querido, o su matrimonio se ha derrumbado, o perdió su trabajo y su ingreso. Siente que está flotando en el aire y no tiene la menor idea del lugar al que llegara o si se estrellará. Esto nos puede causar miedo y en ocasiones hasta ser aterrador.
He estado en el ministerio por cuatro décadas y siempre he sido responsable por reunir mis propios fondos y los de mi personal así como los costos para operar el ministerio. Es un gran reto. Con las recesiones y otros problemas financieros a través de los años hemos perdido el apoyo de muchas personas. Llego un momento en el que pensé que estabas terminados. Sentía un gran temor y una mañana al estar orando, me quede dormido y tuve un sueño casi real. En mi sueño escuche una voz que claramente decía, “Filipenses 4:18 tiene sentido para mí.”
Me desperté e inmediatamente abrí mi Biblia en filipenses 4:18.
Decía, “Pero todo lo he recibido, y tengo abundancia; estoy lleno, habiendo recibido de Epafrodito lo que enviasteis; olor fragante, sacrificio acepto, agradable a Dios.” Y el siguiente verso dice, “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.”2
En mi corazón sabía que de alguna manera Dios me ayudaría. Mi mente estaba en paz. Dios proveería. El no entrega las cosas en bandeja de plata, pero provee y nuestro ministerio continúa y está más eficiente que nunca.
Dios es mi red de protección. Sin él (al menos para mí) la vida en ocasiones sería aterradora.
Tambien recuerdo al Rey Davis quien, cuando los enemigos filisteos lo atraparon en Gath escribió, “El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida; ¿quién podrá amedrentarme?”3
Se sugiere la siguiente oración: “Querido Dios, por favor ayúdame a aprender a confiar en ti como David lo hizo – no solo cuando las cosas vayan bien – pero también cuando mi mundo pareciera derrumbarse y yo este temeroso. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Te agradezco. En el nombre de Jesús, amen.”
1. Salmos 27:1 (NVI).
2. Filipenses 4:18-19 (NVI).
3. Salmos 56:3-4 (NVI).
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