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Encuentros Diarios
Marzo 20, 2017
Curando la vergüenza que ciega
“Pero te confesé mi pecado, y no te oculté mi maldad. Me dije: Voy a confesar mis transgresiones al Señor, y tú perdonaste mi maldad y mi pecado.”1
Vayan a cualquier supermercado en donde un padre está haciendo sus compras de prisa y el niño está ansioso o siente que está siendo ignorado por su padre. Algunas de las reprimendas y regaños que estos niños reciben hacen que la sangre nos hierva.
Escuchen el tono irritado de las voces de los padres al gritar: “Eres un niño malo! Si no dejas de hacer ruido te voy a sacar y…” Si ellos reciben este tipo de trato en público, se pueden imaginar lo que ellos reciben en casa: “Eres una niña terrible… me das vergüenza…eres una mala persona….”
Cuando un niño recibe una dosis continua de cualquier tipo de acusaciones, eventualmente él llega a creer que él es este tipo de persona y continúa sintiéndose de esta manera a través de su vida adulta al menos que busque la ayuda que necesita para arreglar el daño a su auto estima.
Otro grupo que esta terriblemente avergonzado son aquellos que han sido abusados física, mental y sexualmente en su niñez o juventud. El sexo para muchos de ellos se ha convertido en algo sucio, repulsivo y porque ahora como adultos tienen ese tipo de emociones se sienten sucios y avergonzados de sí mismos. Esta es una tragedia porque ellos nunca pecaron, pero desgraciadamente se cometieron graves pecados en su contra.
¿Pero como podemos superar esta situación?
Primero, recuerden continuamente que Dios nos ama tal como somos y que él nos ha perdonado totalmente todos los pecados que le hemos confesado. Recuerden esto constantemente - pase lo que pase sin importar cómo se sientan. Esta clase repetición ayuda a reprogramar nuestro dañado sistema de creencias. En muchas ocasiones cuando sentía este tipo de sensación basada en la vergüenza, me repetía una y otra vez, “Dios me ama y me acepta tal como soy así que me amo y me acepto a mi mismo como soy.” Esta clase de repetición (con sentimiento) programa la verdad (o mentiras) en lo más profundo de la mente y en nuestro sistema de creencias.
En segundo lugar, comprendamos que fuimos lastimados en relaciones dañinas y que sanamos cuando estamos en relaciones sanas. Así pues, con la ayuda de Dios, busquen a un amigo de confianza (o un consejero experto de ser necesario) en quien puedan confiar como en su propia alma. Poco por poco comiencen a abrirse con esta persona y compartan todas esas emociones que les avergüenzan y todas sus faltas. Esto necesitan hacerlo con una persona que no crítique, no desee dar consejo o desee arreglarlo todo. Necesita ser alguien que les conozca completamente y les acepte totalmente. A través de aceptarnos con cariño tal como somos, poco a poco aprendemos a querernos y aceptarnos tal como somos. Esto toma tiempo.
Sé que esto puede ser aterrador porque muchos de nosotros sentimos que si nos conocen por quienes somos en realidad, no nos aceptarían, mucho menos amarnos. Pero esta es una creencia falsa. El hecho es que solo podemos ser amados al grado en que nos conocen. Pero de nuevo, es muy importante que nunca nos abramos con personas que trataran de criticarnos y avergonzarnos.
En tercer lugar, entiendan que el amor es una sensación que se aprende. Cuando nacemos, tenemos la capacidad de amar, pero cómo amar se aprende. Si crecemos un ambiente donde hay enojo, aprenderemos a estar enojados o, si crecemos en un ambiente temeroso, aprenderemos a ser temerosos. Pero si crecemos en un ambiente cariñoso, aprenderemos a ser cariñosos. Amamos por ser amados primero. Desafortunadamente, lo qué no recibimos como niños, necesitamos recibirlo ahora. Ésa es la manera en que Dios nos creó y él no va en contra de su propio diseño.
La Biblia dice, “amamos a Dios porque él nos amó primero.” El mismo principio se aplica a la gente - nosotros amamos a otros porque alguien necesita amarnos primero. “Y, según lo observado ya, al abrimos y ser totalmente honestos con una persona cariñosa segura, que no nos criticara, poco a poco aprenderemos a amarnos en una forma sana. Esto entonces nos libera para trabajar en la superación de nuestras faltas. Mientras ocultemos nuestros pecados y averías, nunca estamos libres para resolverlas.
Recuerden las palabras de David quien pecó gravemente, “Pero te confesé mi pecado, y no te oculté mi maldad. Me dije: Voy a confesar mis transgresiones al Señor, y tú perdonaste mi maldad y mi pecado.”2
Nosotros también podemos encontrar la misma libertad de la culpa… la culpa falsa… y la vergüenza.
Se sugiere la siguiente oración: “Querido Dios, gracias de nuevo por qué me conoces exactamente como soy por dentro y por fuera. Llévame hacia la ayuda que necesito para aprender a quererme y aceptarme a mi mismo en la misma forma y para estar libre de toda la culpa y la vergüenza. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Te agradezco. En el nombre de Jesús, amen.”
1. Salmos 32:5.
2. Ibíd.
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