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Noviembre 02, 2020

Una Salida

“Cuando Daniel se enteró de la publicación del decreto, se fue a su casa y subió a su dormitorio, cuyas ventanas se abrían en dirección a Jerusalén. Allí se arrodilló y se puso a orar y alabar a Dios, pues tenía por costumbre orar tres veces al día.”1

Muchos lectores conocen acerca de la historia de Daniel en la fosa de los leones, como hace cientos de años antes de Cristo él fue tomado prisionero, junto con la mayoría de los israelitas y fueron llevados a Babilonia—se reporta que la ciudad estaba a 96 kilómetros al sur de Bagdad en Iraq.

Ya que Daniel era muy amable y era un servidor de confianza, el Rey Darío planeaba en convertirlo en la segunda persona más poderosa en Babilonia. Sin embargo, otros líderes celosos, sabiendo que Daniel no tenia culpa alguna, le pusieron una trampa al persuadir al rey de emitir y confirmar un nuevo decreto que exija que, “durante los próximos treinta días, sea arrojado al foso de los leones todo el que adore a cualquier dios u hombre que no sea Su Majestad2.

Daniel se rehusó a dejar de orar a Dios. El Rey Darío estaba muy preocupado pero, debido al decreto, Daniel fue arrojado al foso de los leones y el rey le dijo: “¡Que tu Dios, a quien siempre sirves, se digne salvarte!”

“Luego el Rey volvió a su palacio y pasó la noche sin comer… y hasta el sueño se le fue. Tan pronto como amaneció, se levantó y fue al foso de los leones. Ya cerca, lleno de ansiedad gritó: Daniel, siervo del Dios viviente, ¿pudo tu Dios, a quien siempre sirves, salvarte de los leones?”

¡Que viva Su Majestad por siempre!—contestó Daniel desde el foso. Mi Dios envió a su ángel y les cerró la boca a los leones.

No me han hecho ningún daño, porque Dios bien sabe que soy inocente. ¡Tampoco he cometido nada malo contra Su Majestad!

“Sin ocultar su alegría, el rey ordenó que sacaran del foso a Daniel. Cuando lo sacaron, no se le halló un solo rasguño, pues Daniel confiaba en su Dios.3

Entonces el rey mandó traer a los que falsamente lo habían acusado, y ordenó que los arrojaran al foso de los leones, junto con sus esposas y sus hijos. ¡No habían tocado el suelo cuando ya los leones habían caído sobre ellos y les habían triturado los huesos!

De haber entrado a la fosa dando de “gritos y pateando” debido a esta injusticia, lo más probable es que los leones lo hubiesen desgarrado en piezas antes de tocar el suelo. Pero no fue así. Él confió plenamente en Dios en medio de esta situación alarmante. Sin embargo, antes de que Daniel fuera arrojado a la fosa de los leones, él ya se había entregado: una lección que Dios quiere que cada uno de nosotros aprendamos en cualquier situación que nos encontremos.

Se sugiere la siguiente oración: “Querido Dios, ayúdame a aprender a confiar en ti y a tener fe en ti, como lo hizo Daniel, no importa lo adverso de las circunstancias en las que me encuentre, sabiendo que mi vida siempre estará en tus manos. Gracias por escuchar y responder a mis oraciones. Te agradezco. En el nombre de Jesús, amen.”

1. Daniel 6:10 (NVI).
2. Daniel 6:7.
3. Daniel 6:6-24.

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