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Encuentros Diarios
Junio 12, 2017
Ser amable o ser cristiano
"Pues Dios no nos ha dado un espíritu de timidez, sino de poder, de amor y de dominio propio."1
En mi formación para el ministerio cristiano recuerdo a uno de mis profesores afirmando que cada iglesia tenía un jefe de la Iglesia; es decir, una persona o un pequeño grupo que, a menudo detrás de las escenas, controlan los acontecimientos de la Iglesia. Esta persona no es normalmente el pastor o sacerdote. Hoy en día llamamos a estas personas controladores. Tienen una necesidad neurótica de controlar a los demás con el fin de sentirse bien sobre sí mismos, cuando en realidad hacen esto porque no se sienten bien sobre sí mismos.
William Easum les llama abusones. Después de años de consultoría con iglesias dijo, "he visto un patrón preocupante: La mayoría de las iglesias establecidas son mantenidas como rehenes por los abusones. Algunos individus o grupos pequeños de personas generalmente se oponen a que la iglesia realice algún cambio radical, incluso si esto significa que el cambio daría a la iglesia una oportunidad de prosperar de nuevo. Existen pastores valientes que a menudo preguntan, '¿Qué puedo hacer cuando una o dos personas tratan de intimidar a la Iglesia de tal manera que no está dispuesta a probar algo nuevo?'"2
La respuesta de Easum fue que o los convertían, los neutralizaban o los sacaban a patadas. A lo que algunos protestaron diciendo, "Eso no es muy cristiano."
El punto es que a veces (no siempre, por ningún motivo) los cristianos somos demasiado amables. Esto es más, porque estamos demasiado asustados para enfrentarnos a los brabucones/abusones y ponerlos en su lugar—y no porque seamos cristianos. Nos sería más fácil mantener la paz que mecer el barco.
Cierto, debemos ser amables, pero eso no significa que siempre tengamos que ser agradables. Recuerdo escuchar a un patrón decir cómo él fue acusado de no ser cristiano por un empleado inepto, a quien acababa de despedir. Por lo que él le dijo al empleado en cuestión, "Bien te voy a despedir de una manera muy amable." Si, tras recibir varias advertencias y darle ayuda para mejorar, un empleado no está poniendo nada de su parte, no es bueno el no darle consecuencias. De hecho, es reforzar su irresponsabilidad, que es cualquier cosa menos amor. Ni tampoco es amable el permitir que los brabucones controlen una iglesia.
No confundamos el ser amable con el ser agradables. Jesús fue siempre amable y compasivo como era su naturaleza, pero no siempre era agradable. Piensen en cómo él volcó las mesas de los vendedores—comerciantes que abusaban de los pobres ni más ni menos que en la casa de Dios—y los echo fuera del templo con un látigo; y cómo él sarcásticamente desprecio a los religiosos intolerantes que amaba a sus doctrinas más de lo que amaba a las personas y utilizaban sus enseñanzas para controlar a las personas para sus propios beneficios.
Jesús sabia el valor del amor firme. No que sea fácil. De hecho, puede ser muy difícil, pero necesitamos utilizarlo cuando es necesario.
Se sugiere la siguiente oración: "Querido Dios, confieso que con frecuencia siento temor de ejercitar el amor firme por miedo a no agradarle a los demás. Por favor ayúdame a vencer este miedo y dame el valor para utilizarlo cuando se requiera. Y dame el conocimiento y la gracia para saber cómo hacerlo de una forma firme pero amable. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Te agradezco. En el nombre de Jesús, Amén."
1. 2 Timoteo 1:7 (NVI).
2. William Easum, "En no ser amable por 'el bien del evangelio'" Resultados del Internets, abril 1997.
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