  
          Perdón: El Poder Que Sana 
          
          Hace algunos años, durante una   visita al Parque Yellowstone, un escritor observó que el único animal con quien   el oso grizzli compartía su comida era un mofeta. No era que él oso quisiera   compartir su comida mas bien él así lo eligió. Con una sola zarpada de su garra   él podría haber matado al mofeta. ¿Así que, porque permitió que el mofeta   comiera con él? 
          Porque él conocía el alto costo de la venganza. 
          ¡Un oso muy inteligente! 
          Indudablemente él aprendió de la experencia. Lo extraño   es que nosotros los humanos muy a menudo no somos tan inteligentes. Algunas   veces llevamos con nosotros rencores por años, muy seguido reprimiéndolos de la   memoria conciente, y terminamos lastimándonos a nosotros mismos más que a   quienes desearíamos ajustar cuentas. No vemos lo dañino que es a nosotros mismos   es un espíritu que no perdona. 
          En su libro, “Ninguna De Estas Enfermedades”,   El Doctor S.I. McMillen dice que la ciencia médica reconoce que las emociones,   tal como el miedo, la envidia, el resentimiento y el odio son responsables por   la mayor de las enfermidades. Se estima que del 60 a 100 por ciento son   responsables por las enfermedades. 
          Leí un reporte de un paciente muy asombrado a quien su   doctor le dijo: “Si no cortas tus resentimientos, Yo tendré que cortar parte de   tu conducto intestinal.” 
          Afortunadamente, el hombre tomó el consejo del doctor.   Él estaba nutriendo su coraje hacia un antiguo compañero de negocios. Fue a ver   a este hombre, resolvieron sus diferencias, y le perdonó. Cuando regresó con el   doctor, su condición física había desaparecido. 
          Claro que ese consejo no es nuevo. El gran medico que   halla existido, Jesucristo, indicó hace 2,000 años la importancia del perdón.   Cuando él nos exhorta que “perdonemos setenta veces siete,” él estaba pensando   tanto en nuestro bienestar emocional y físico así como en lo espiritual. En su   libro, None of These Diseases, el Dr. S. I. McMillen reportó que un   espíritu perdonadora nos puede salvar de, “colitis ulcerativa, bocio, presión   alta, y muchas otras enfermedades” incluyendo ulceras, asma, artritis,   dermatitis nerviosa y problemas del corazón—todos posibles efectos del   resentimiento. 
           El no perdonar es ser  
            prisionero del   pasado.  
          Hace alguno tiempo en un   articulo en la revista Time1 inspirado por el perdón del   Papa Juan Pablo a su posible asesino Mehmet Ali Agca, el periodista Lance Morrow   escribió, “El caso psicológico del perdón es abrumadoramente persuasivo. El no   perdonar es ser prisionero del pasado por antiguos resentimientos que no   permiten la vida continue.” 
          El no perdonar es el dar el control de sí mismo a otra   persona. 
          “ Si uno no perdona, entonces está siendo   controlado por las iniciativas del otro y se encierra en una serie de acciones y   respuestas, de enojo y venganza, esto por eso, siempre escalando. El presente es   incesantemente abrumador y es devorado por el pasado.” 
          Pero el perdonar es el ser libre del pasado. 
          Jesucristo nos enseñó otra verdad perturbadora sobre un   espíritu no perdonadora cuando él dijo, “porque si perdonáis a los hombres sus   ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; pero sí no   perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras   ofensas.”2 
          Yo creo que lo que Cristo quiso decir fue que un   espíritu que no sabe perdonar por mi parte es una señal segura de que no he   mostrado a Dios remordimientos por todas mis fallas, y que no he experimentado   totalmente su perdón.  
            Pasa a la página dos 
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