Encuentros Diarios
Septiembre 18, 2025
Un gran regalo
“Para mà es
más valiosa tu Ley que miles de piezas de oro y plata.â€1
Si su deseo es
conectarse con Dios por medio de Su Palabra, ese fue precisamente el propósito
de Dios al entregarnos la Biblia: revelarnos sus pensamientos, prioridades y
expectativas. A través de las Sagradas Escrituras, nuestro Padre celestial nos
ha dado toda la guÃa que necesitamos.
¿SabÃa usted
que la Palabra de Dios es un tesoro? Es cierto, y no de forma vaga o confusa.
La Biblia es la verdad absoluta: la revelación infalible, inerrante y eterna de
Dios para la humanidad. Cada principio es firme como una roca, puede confiar su
vida entera en lo que ella enseña.
El rey David, que
poseÃa muchas riquezas, expresó el valor de las Sagradas Escrituras en
estos términos poéticos:
“La Ley del
Señor es perfecta: infunde nuevo aliento. El mandato del Señor es digno de
confianza: da sabidurÃa al sencillo. Los preceptos del Señor son rectos: traen
alegrÃa al corazón. El mandamiento del Señor es claro: da luz a los ojos. El
temor del Señor es puro: permanece para siempre. Las ordenanzas del Señor son
verdaderas: todas ellas son justas. Son más deseables que el oro, más que mucho
oro refinado; son más dulces que la miel, la miel que destila del panal.â€
(Salmo 19:7-10) NVI
Estas son las
palabras de un hombre rico que, a pesar de sus posesiones, encontró la Palabra
del Señor aún más valiosa. Si ha leÃdo la Biblia durante años, seguramente ha
experimentado su dulzura creciente. Y si apenas comienza a “excavar†en las
Sagradas Escrituras, prepárese: nunca llegará al fondo.
Oración
sugerida: Amado Padre Celestial, te doy gracias por Tu Palabra y por todas las
maneras en que ella me ayuda a conocerte mejor. Profundiza mi deseo de explorar
sus ricos tesoros y mi disposición a ser transformado en el proceso. Gracias
Padre Amado por el valioso regalo que nos has dejado en Tu Palabra. Un regalo
de valor incomparable. Oro en el nombre de Jesús, Amén.
1. Salmo
119:72 (NVI).
El Encuentro de hoy fue escrito por: Rosina N.
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