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Encuentros Diarios
Diciembre 30, 2011
El problema nunca es el problema
"El hombre que se niega a admitir sus errores nunca puede tener éxito. Pero el que los confiesa y se aparta, él consigue una segunda oportunidad."1
En la enseñanza de clases y consejeria a personas que sufren a menudo les recuerdo que el problema nunca es el verdadero problema y el dolor que sentimos no es el dolor que es. Usualmente esto toma tiempo para asimilar.
En la mayorÃa de las dificultades y los conflictos lo que vemos es el problema que se presenta y que, mas a menudo que no, es el sÃntoma de un problema mas profundo o "el fruto de una raÃz mas profunda."
Como alguien dijo: "Cuando tenemos problemas sin resolver / dificultades, Dios es misericordioso ya que nos da sÃntomas." Conflictos relacionales, ansiedad, insomnio, depresión, adicciones, soledad espiritual, enfermedades fÃsicas, y cualquiera de una veintena de otros sÃntomas pueden ser causados o ser agravados por remordimientos de pecados que no han sido confesados, un resentimiento profundo y el no haber perdonado a alguien por habernos lastimado en el pasado, duelos no resueltos por la pérdida de un amor, o rebelarse contra la voluntad de Dios, etc., etc. Las raÃces de algunas de estas cuestiones pueden provenir desde la infancia. Necesitamos hacerle frente a todo esto y resolverlo si vamos a vivir y amar plenamente y mantenernos sanos fÃsica y emocionalmente y poder mantener el bienestar espiritual.
Además, muchos de nuestros sÃntomas fÃsicos pueden ser simbólicos. Algunas úlceras, por ejemplo, no son causadas tanto por lo que comemos, sino por lo que nos está comiendo por dentro. Las tensiones que nos causan dolores de cabeza pueden ser por estar bloqueando la ira en nuestras mentes. Los hombros adoloridos pueden ser porque sentimos que llevamos una pesada carga a cuestas y asà sucesivamente. Y si tengo un dolor en el cuello…¡Yo podrÃa ser la causa de tal dolor, o tener a alguien o alguna situación en mi vida que siento que es un dolor en el cuello!
El llegar a la causa de los sÃntomas y resolverlos abre la puerta a la curación y la recuperación. Si no nos conectamos y resolvemos el dolor original que es la causa de nuestros sÃntomas, continuaremos padeciendo del dolor de los sÃntomas. Esto es a lo que me refiero al decir: "El dolor que sentimos no es lo que pensamos que es."
Después de que David confesó su pecado, él dijo: "Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones, a quien se le borran sus pecados. Dichoso aquel a quien el Señor no toma en cuenta su maldad y en cuyo espÃritu no hay engaño. Mientras guardé silencio, mis huesos se fueron consumiendo por mà gemir de todo el dÃa. Mi fuerza se fue debilitando como al calor del verano, porque dÃa y noche tu mano pesaba sobre mÃ. Pero te confesé mi pecado, y no te oculté mi maldad. Me dije: Voy a confesar mis transgresiones al Señor, y tú perdonaste mi maldad y mi pecado."2
David nos da un excelente ejemplo a seguir.
Se sugiere la siguiente oración: "Dios mÃo, no importa los sÃntomas que tenga en mi vida, si estos son el fruto de una raÃz más profunda, por favor, dame el valor para verlos y hacerles frente. Y por favor, guÃame/llévame a la ayuda que necesito para resolverlos. Gracias por escuchar y responder a mi oración. En el nombre de Jesús, amén."
1. Proverbios 28:13 (NVI).
2. Salmo 32:1-5 (NVI).
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