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Enero 23, 2014

“Cinco veces recibí de los judíos los treinta y nueve azotes. Tres veces me golpearon con varas, una vez me apedrearon, tres veces naufrague, y pase un día y una noche como naufrago en alta mar. Mi vida ha sido un continuo ir y venir de un sitio a otro; en peligros de ríos, peligros de bandidos, peligros de parte de mis compatriotas, peligros a manos de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en el campo, peligros en el mar y peligros de parte de falsos hermanos.â€�¹

Los ataques de artillería son una parte normal de la acción en primera línea. Cuando una persona invierte su vida en una causa de valor y hace un buen trabajo, especialmente si él o ella no sigue las influencias del mundo, no está actuando en una manera “políticamente correcta�, o va en contra de la corriente de los pensamientos actuales, él o ella inevitablemente serán el blanco para critica de aquellos que se sienten amenazados o están celosos en alguna manera. La vida del Apóstol Pablo es un ejemplo perfecto.

El punto es, los ataques son parte del precio del liderazgo. Si no queremos ser atacados, solo necesitamos seguir la corriente común, no mover las cosas, ser políticamente correcto, o quedarnos en casa. Pero la seguridad no es el camino hacia el éxito verdadero. Como escribió un poeta:

Preferiría tropezar mil veces
Intentando alcanzar una meta,
Que sentarme en una multitud
En mi abrigo para todo clima,
Un alma débil y auto—satisfecha.
Prefiero estar haciendo y tomando riesgo
Todos mis días llenos de error,
Que estar viendo y esperando, y muriendo
Detenido de mis caminos perfectos.
Prefiero preguntar y equivocarme,
Tropezando ciegamente hacia adelante,
Que por estar seguro,
A menos de que haga un error
Estar cierto, estar seguro, estar muerto.

– Autor Desconocido