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Encuentros Diarios
Agosto 06, 2021
Un desastre hermoso: Safira
"... Y pueden estar seguros de que no escaparan
de su pecado." 1
Cuando era joven, recuerdo que me burlaba con mis
amigos o hermanos de que, si decÃamos una mentira, Dios nos golpearÃa con un
rayo. No querÃamos estar ni cerca de la persona que dijo la mentira por temor a
que también nos golpeara. En nuestra inocencia jugamos con este concepto, pero
hubo una pareja en la Biblia que conoció este mismo destino.
Safira, cuyo nombre significa literalmente
"Hermosa", se metió en un lÃo del que no pudo salir. En Hechos,
capÃtulo 5, leemos que ella y su esposo, AnanÃas, estuvieron entre los primeros
cristianos en Jerusalén. En la emoción de comenzar un nuevo ministerio, ellos,
junto con el resto de los nuevos creyentes, decidieron vender sus propiedades y
posesiones y dividir el dinero entre los necesitados. Estos cristianos habÃan elegido
una vida sencilla. Sin embargo, AnanÃas y Safira no querÃan conformarse con la
vida simple, por lo que se decidió (entre ellos) que mantendrÃan una parte del
dinero de la venta en secreto. En el Antiguo Testamento, Moisés habÃa advertido
al pueblo de Dios que necesitaban tener cuidado de no desobedecer los
mandamientos de Dios porque sus pecados seguramente serÃan descubiertos. Aun
asÃ, a lo largo de las Escrituras leemos de personas, que al tratar de
esconderse de Dios, fueron definitivamente descubiertos. Safira y su marido no
fueron la excepción. No tenÃan ninguna razón para mentir sobre la cantidad por
la que habÃan vendido su propiedad, después de todo lo habÃan hecho
voluntariamente. Pero cuando se les preguntó, primero AnanÃas y luego Safira
mintieron sobre el monto de la venta. Tanto el esposo como la esposa cayeron
muertos, no por retener el dinero, sino por mentir al respecto. ¿Por qué habÃa
sido tan difÃcil decir: "Pedro, decidimos guardar algo de eso para
nosotros mismos"? ¿Por qué habÃan sentido la necesidad de ser deshonestos
al respecto? Aunque eran creyentes y miembros activos en su iglesia,
simplemente no confiaban en Dios lo suficiente como para entregarlo todo a Él.
También querÃan la reputación que se podÃa tener de ser conocidos como personas
generosas. Su lÃo era que les importaba más lo que otros pensaban de ellos que
lo que Dios pensaba de ellos.
Cuando Safira fue confrontada por el dinero, su esposo
ya habÃa muerto y ella no lo sabÃa. Me pregunto si lo hubiera sabido, ¿habrÃa
confesado por miedo o continuado con su mentira? Safira era una mujer
bendecida. Ella tenÃa su Salvación y su eternidad asegurada. Tuvo un buen
matrimonio y formó parte de una gran familia espiritual. Sin embargo, para Safira,
no fue suficiente. Ella no habÃa captado el concepto de quién es Dios y todo lo
que Él tiene para ofrecer a Sus hijos. Si lo hubiera hecho, se habrÃa dado
cuenta de que Dios le habrÃa suministrado todas las necesidades. Ella también
se habrÃa dado cuenta de que Dios no debe ser burlado; No se le puede engañar.
(Gal. 6:7). La historia de Safira es un claro recordatorio de que como
seguidores de Cristo debemos ser abiertos y genuinos, para que nuestro
testimonio vivo de Él sea puro.
Muchos podrÃan pensar que Dios trató con ellos
demasiado severamente. Pero su destino también puede recordarnos que mientras
Dios generalmente nos permitirá sufrir las consecuencias de nuestras acciones
equivocadas, Él sigue siendo todo-amoroso, y su gracia y perdón están entre Sus
atributos más grandes.
Oración sugerida:
Querido Señor Misericordioso, no puedo comenzar a
expresar mi gratitud por tu perdón. No merezo la gracia que me muestras dÃa
tras dÃa. Gracias por dejarnos historias como la de AnanÃas y Safira para
recordarme que debo ser genuino si quiero que el mundo te vea en mÃ. En el
Santo nombre de Jesús, Amén.
Números 32:23b
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