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Octubre 29, 2015

"Un día Jesús les contó a sus discípulos una parábola sobre la necesidad de orar siempre, para demostrarles que ellos debían de continuar orando y no desmayar."¹

¡Ayúdame Dios ayúdame! Perdóname mis pecados y sálvame. Y más vale que lo hagas pronto porque mi madre está a punto de matarme.

Esto era la oración de Jamie, la nieta de un amigo. Jamie, de cuatro años de edad, habia aplicado el esmalte de uñas de su madre a sus uñas y a muchos otros lugares en sus manos así como en la recamara de su madre. Una madre no muy contenta la había enviado al cuarto de baño a esperar hasta que el lío en el dormitorio fuera limpiado.

¡Cuando la madre entró en el cuarto de baño, ella escuchó a su hija orar la oración antes mencionada.

Es bueno que todos nosotros oremos siempre que estemos en apuro. Probablemente la mayor parte de nosotros lo hace. Yo ciertamente lo hago. Como alguien ha dicho, “¡Siempre habrá oraciones en las escuelas mientras que existan los exámenes!�

Sin embargo, cuando estamos en apuro no es la única ocasión en la que necesitamos orar. Como yo, usted tiene probablemente un “amigo� o dos quién le llama solamente cuando desean algo. Tan pronto como usted oiga su voz, usted se dice a sí mismo “¿me pregunto qué es lo que desea ahora?’

¿No me gustan esas clases de “amigos� y no puedo dejar preguntarme cómo se siente Dios si la única vez que vengo a él es cuando estoy en apuros o necesito algo?.

Como Jesús lo ha dicho, debemos de orar todo el tiempo y por diferentes razones—especialmente para dar gracias y mostrar gratitud por todas las bendiciones que Dios nos da a diario.

O como la traducción Reina Valera lo pone, “Los hombres deben de orar siempre, sin desmayar.�

Se sugiere la siguiente oración: “Querido Dios, dame un corazón agradecido y ayúdame a darte de mi presencia diariamente así como tu deseas darme tu presencia. Ayúdame a orar por las necesidades de los demás tanto como por mi vida sin desmayar. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Te agradezco. En el nombre de Jesús, Amén.�

1. Lucas 18:1.

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