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Encuentros Diarios
Noviembre 16, 2015
¿Eres tú Jesús?
"AsÃ, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el EspÃritu."1
Leà cómo, hace "algunos años un grupo de vendedores fue a una convención regional de ventas en Chicago. HabÃan asegurado a sus esposas que regresarÃan a casa con tiempo suficiente para la cena de la noche de viernes. En sus prisas, con los boletos y portafolios, uno de estos vendedores inadvertidamente golpeó con el pie una mesa en la cual se exhibÃan unas manzanas. Las manzanas rodaron por todas partes. Sin detenerse o voltear hacia atrás todos alcanzaron a subir al avión ya que por poco y lo hubieran perdido.
"Todos menos uno…. Él se detuvo brevemente, tomó una respiración profunda, y experimentó una punzada de la compasión por la chica cuyas manzanas se habÃan volcado.
"Él les dijo a sus compañeros que se fueran sin él, le pidió a uno de ellos que llamará a su esposa cuando llegaron a su destino y le explicará porque él tomarÃa un vuelo más tarde. Entonces él volvió a la terminal donde las manzanas estaban por todo el piso.
"Le dio gusto haberlo hecho.
"¡La chica de 16 años estaba totalmente ciega! Ella sollozaba suavemente, y andaba a tientas desamparadamente tratando de reunir las manzanas mientras la muchedumbre se remolinaba sobre ella, nadie se detenÃa y nadie se preocupaba por su predicamento.
"El vendedor se arrodilló en el piso con ella, recolectó todas las manzanas, las puso de vuelta en la mesa y le ayudo a organizar su exhibición. Al hacer esto él notó que muchas de ellas se habÃan estropeado; éstas las puso a un lado en otra cesta.
"Cuando él habÃa acabado, sacó su cartera y dijo a la muchacha, "AquÃ, tome por favor estos $40 por el daño que hicimos. ¿Está usted bien? "Ella cabeceó a través de sus lagrimas. Él continuó diciendo, "espero que no hayamos estropeamos su dÃa demasiado."
"Cuando el vendedor empezó a alejarse, la muchacha ciega le preguntó en voz alta, 'señor….' Él se detuvo brevemente y se dio la vuelta para mirar esos ojos ciegos. Ella continuó, '¿Es usted Jesús?'
"Él detuvo su caminar y pensó en la pregunta. Entonces lentamente retomó su camino para abordar su vuelo aun con esa pregunta quemándole el alma: '¿Es usted Jesús?'"2
Se sugiere la siguiente oración: "Querido Dios, estoy disponible, por favor úsame para ser 'como Jesús' de cierta manera hoy con cada vida que toco, y concédeme que ellos, al ver a Jesús en mÃ, deseen tenerte a ti para sà mismos. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Te agradezco. En el nombre de Jesús, Amén."
1. El apóstol San Pablo (2 Corintios 3:18, NVI).
2. Autor desconocido.
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