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Encuentros Diarios
Febrero 06, 2015
La enfermedad mortal del rechazo
“El Señor está cerca de quienes lo invocan, de quienes lo invocan en verdad.â€1
He trabajado con personas lastimadas y he enseñado en grupos de la recuperación del divorcio por un número de años. Si usted me preguntara cual pienso que pudo ser el problema número uno en muchas de estas situaciones, yo dirÃa, “negación/rechazo. Y el segundo es como el jugar el juego de la culpa.â€
Escucho repetidamente personas decir con la variación en el tema: “Mi marido hizo esto. Mi esposa hizo eso.†“¿Y qué contribuyó usted a la desintegración de su unión?†Pregunto yo. “Nada… mi esposo hizo tal-y-tal. Él era un imbécil.†“¿Y por qué le atrajo tal imbécil?†¡Pregunto! “¿Le han atraÃdo siempre los imbéciles?†¡Silencio…!
No importa en qué lucha nos encontremos, siempre estamos contribuyendo algo. He visto a maridos censurar y culpar a sus esposas por los problemas de la unión cuando en realidad ellos estaban muy enojados con sus madres y la tomaban en contra de sus esposas. He visto que las esposas hacen la misma cosa cuando están realmente enojadas con sus padres o algún otro varón que las lastimó profundamente en el pasado.
Muchos esposos están enojados sobre algo en su pasado. Otros son muy “agradables, débiles y/o pasivos†(co-dependientes). Otros son sobre-dependientes y sofocan a su pareja. ¿Pero ven su problema y como contribuyen a la situación en la que están metidos? Muchos, si no la mayorÃa, no. Muchos de nosotros estamos en un estado de negación sobre nuestras propias deficiencias. La razón por la que la negación/rechazo es mortal es porque, como un suscriptor del Encuentro Diario lo describió: “Y es que no sé que estoy mintiendo.â€
Las personas que se niegan a aceptar los hechos son personas que tratan de evitar las responsabilidades personales. Tienden también a ser acusadores. Y como lo he dicho muchas veces, si juego el juego de la culpa, nunca conseguiré estar bien. Solamente cuando reconozcamos la verdad y la realidad de lo que estamos contribuyendo a nuestros problemas, tendremos alguna esperanza de recuperación y de estar bien. La realidad es que la única persona a la que puedo cambiar es a mà mismo, y al cambiar, los demás están casi forzados a cambiar en relación conmigo de un modo u otro. Sin embargo, esto no siempre es lo mejor, ya que algunas personas simplemente no pueden tolerar o manejar nuestro cambio. Este es el riesgo que necesitamos tomar para estar bien.
Las únicas personas a las que los consejeros - y Dios - pueden ayudar son aquellas que están dispuestas a admitir: “Tengo un problema. Necesito ayuda.â€
Se sugiere la siguiente oración: “Querido Dios, en cada conflicto o situación difÃcil en la que me encuentre, por favor dame el valor de ver y de reconocer cualquier cosa que pueda yo haber contribuido al lÃo en el que estoy adentro y condúceme hacia la ayuda que necesito para superarlo. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Te agradezco. En el nombre de Jesús, Amén.â€
1. Salmos 145:18 (NVI).
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