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Encuentros Diarios
Febrero 10, 2015
¡Música, Música, Música!
“Hablando entre ustedes con salmos, con himnos y canticos espirituales, cantando y salmodiando al Señor en sus corazones.”1
Una de las áreas más grandes del conflicto en la iglesia de hoy es la música. Los cristianos de otras generaciones tienden a disfrutar de los “viejos himnos” mientras que la generación de los jóvenes tiende a inclinarse más hacia lo qué Joy y yo llamamos “cantos felices” del evangelio. ¿Así qué cual música es la mejor para la adoración?
Permita que conteste de una manera indirecta. Hace algunos años tuve la oportunidad de predicar en los servicios del Domingo por la mañana en una iglesia Anglicana (episcopal) en Perth, Australia occidental. Era en el medio del invierno y yo tenía tanto frío que la esposa de un doctor me prestó su abrigo. Así que allí estaba yo sentado en la banca del frente cubierto con el abrigo de una mujer esperando a que el servicio comenzara. El momento que la congregación comenzó a cantar algo me golpeó como un rayo. Increíble me dije a mi mismo, “¡La presencia del Señor se siente en este lugar!”
Cuando me levanté para predicar, nunca en mi vida había experimentado una libertad tan increíble con un tremendo sentido de la presencia de Dios.
Muy interesante, también, en ese servicio estaba una profesora de la universidad de Australia occidental. Esta dama había emigrado recientemente de China en donde ella creció bajo el gobierno de Mao con la enseñanza que decía que no había un Dios. Esta era solamente la segunda vez en su vida que ella había estado en una iglesia. Ella les mencionó a varios amigos que estaban conmigo que cuando yo estaba predicando, ella vio que me rodeaba una aureola de luz con los colores del arco iris. Ella también dijo que ahora sabía que había un Dios porque había sentido su fuerte presencia durante el servicio.
¿Qué tiene esto que ver con la música de la iglesia? Todo. No es el tipo de música lo que importa, pero sí lo es la actitud del corazón de los que estén cantando. Al predicar, puedo decir con la primera línea de la primera canción si será fácil o no el predicar en ese servicio porque uno puede sentir fácilmente si Dios está en la música o no. Si Dios no está en la música, uno puede estar seguro que su Espíritu no está en el resto del servicio.
¿La pregunta es, viene la música del corazón como Pablo lo indica en las Escrituras de hoy? Si no, no es devoción – no importa que tan talentosos puedan ser los cantantes. Para ponerlo de otra manera, es nuestra música un dulce aroma para Dios como un acto de genuina veneración, o no es nada más que un efluvio desagradable al igual que algunos de los sacrificios en la era del viejo testamento donde los sacrificios eran simplemente ritualistas y no del corazón?
Se sugiere la siguiente oración: “Querido Dios por favor ayúdame a siempre cantar y hacer melodías en mi corazón para ti … ya sea solo en casa o durante el servicio en la iglesia. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Te agradezco. En el nombre de Jesús, Amén.”
1. Efesios 5:19 (NVI).
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