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Febrero 11, 2020

"Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe."¹

En un artículo de la revista Leadership, J. David Bianchin utilizó la analogía de un juego de baloncesto. "En la final Regional del NCAAR en 1987 la Universidad de Louisiana llevaba la delantera contra Indiana por ocho puntos con sólo unos cuantos minutos para que terminara el juego. Como es casi siempre el caso cuando un equipo lleva la delantera Louisiana empezó a jugar en forma diferente. El reportero indicó que los jugadores de Louisiana estaban más interesados en el reloj que en jugar de todo corazón. Como resultado de este cambio en su enfoque, Indiana cerró la distancia en puntos, ganando el juego por un punto y eventualmente se convirtieron en los campeones de la NCAA."

Al nivel humano, como hemos sido recordados tan gráficamente por los eventos del 11 de septiembre y más recientemente por las atrocidades alrededor del mundo, no debemos sentarnos en nuestros laureles basándonos en la seguridad de victorias anteriores. "La vigilancia eterna es (aún) el precio de la libertad." Y que más grande aún es la necesidad de la vigilancia eterna en el trabajo del reino de Dios.

Como lo dice la palabra de Dios, "Estén siempre atentos y listos para lo que venga, pues su enemigo el diablo anda buscando a quien destruir, como si fuera un león rugiente. Resistan sus ataques confiando en Dios y sin dudar un solo momento. Ya saben que en todo el mundo otros seguidores de Cristo están sufriendo como ustedes."² "Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes."³

Seamos nosotros como lo dijo el apóstol Pablo, "Hermanos, yo sé muy bien que todavía no he alcanzado la meta; pero he decidido no fijarme en lo que ya he recorrido, sino que ahora me concentro en lo que me falta por recorrer. Así que sigo adelante, hacia la meta, para llevarme el premio que Dios nos llama a recibir por medio de Jesucristo."⁴

Esta lo podemos hacer por la gracia de Dios, como lo escribió David el salmista, "El SEÑOR es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El SEÑOR es el baluarte de mi vida; ¿quién podrá amedrentarme?"⁵

Se sugiere al siguiente oración: "Querido Dios, gracias por la salvación en la forma de tu Hijo, Jesús, y por todas las inmensurables bendiciones que tienes guardadas para tus hijos, tanto aquí, ahora como en el mas allá. Sin embargo, ayúdame a no descansar en mis laureles, pero a mantener mi mirada en la meta y servirte fielmente por el resto de mi vida. Con la ayuda de Dios. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Te agradezco. En el nombre de Jesús, Amén."

1. Hebreos 12:1-2.
2. 1 Pedro 5:8-9.
3. Efesios 6:12.
4. Filipenses 3:13-14 (NVI).
5. Salmos 27:1 (NVI).

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