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Encuentros Diarios
Mayo 04, 2015
La TeologÃa del Martillo
Jesús se detuvo y los llamó, “¿Qué quieren que haga por ustedes?â€1
Un anciano que se encontraba sentado en la sala de espera de una clÃnica se levantó al ser llamado a pasar a la consulta. Se levantó lentamente, tomando su bastón, y encorvándose se dirigió al consultorio. ¡Después de sólo unos minutos, el hombre salió caminando totalmente erguido! Un paciente que lo habÃa visto entrar a paso lento a la consulta lo miraba totalmente asombrado.
“¡Ese debe de ser un doctor milagroso allà adentro!†él exclamó. “¿Qué tratamiento le dio? ¿Cuál es su secreto?â€
El anciano lo miro y le dijo, “bien, el doctor me miraba hacia arriba y hacia abajo, analizado la situación, y me dio un bastón que era cuatro pulgadas más largo que el que habÃa estado utilizando.â€2
¿Cuántas veces no damos a los demás el mismo bastón; es decir, la misma respuesta para cada problema? Tambien existen aquellas personas que ven a cada problema como si fuera un clavo para el cual ellos tienen solo una cura—¡el martillo!
Por ejemplo, algunas personas culpan sus problemas en algún demonio. La respuesta de otros es el llevar los problemas a la cruz o dárselos a Jesús. Para mi vergüenza cuando joven yo enseñaba que si tenÃan un problema, lo resolvÃan llenándose del EspÃritu Santo.
Mientras que en ocasiones, tal vez exista un elemento de verdad en las respuestas anteriores, en realidad, la vida no es asà de sencilla—tampoco lo son nuestros problemas. Las causas de los problemas pueden ser complejas y múltiples y no existe el “una sola respuesta responde a todo.†En algunas ocasiones estas respuestas son incorrectas y son una forma de evitar enfrentar la realidad propia y la de los demás. No solo eso, ellos pueden hacer más daño que bien a una persona que confÃe en ellos.
Jesús nunca tuvo una misma respuesta para todo—nunca. Su pregunta básica siempre fue, “¿Qué deseas que haga por ti?†En otras palabras, como el gran doctor que él era, siempre comprendió las necesidades especificas de las personas, y prescribÃa la respuesta correcta para ministrar y cumplir con las necesidades.
Que Dios nos ayude a hacer lo mismo.
Se sugiere la siguiente oración: “Querido Dios, por favor dame un corazón comprensivo y un espÃritu sensitivo para que pueda siempre comprender las necesidades reales de las personas y ayudarlas en su punto de necesidad y no darles respuestas genéricas. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Te agradezco. En el nombre de Jesús, amén.â€
1. Mateo 20:32.
2. Scott J. Shickler, Words of Wisdom, Kidsway Inc. Ciado en Bits & Pieces.
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