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Encuentros Diarios
Septiembre 04, 2020
Observando lo obvio
“Los judÃos piden señales milagrosas y los gentiles buscan sabidurÃa, mientras que nosotros predicamos a Cristo crucificado. Este mensaje es motivo de *tropiezo para los judÃos, y es locura para los gentiles.â€1
He leÃdo cómo en un parque en la hermosa isla de Bermudas hay una roca que cuelga en una cuerda con un gran letrero el cuál dice, “Estación meteorológica: Observe la roca. Si está mojada, está lloviendo. Si se está moviendo, hay viento. Si usted no puede verla, hay neblina. Si la roca ya no está, es un huracán.â€
¿No le encanta esto? ¡Por lo menos es algo en lo que se puede confiar!
¡Algunas veces yo también bromeo sobre como la mejor manera de conseguir el informe más reciente del tiempo es mirar hacia fuera por la ventana! Algunas cosas en vida son obvias. Pero es asombroso cómo podemos tener lo obvio frente a nosotros y no verlo. ¡Y a veces, con Dios en vez de “mirar hacia fuera por la ventana†en dónde la respuesta nos está mirando fijamente a la cara, deseamos una señal especial de él! ¡Toda la evidencia estaba frente a los judÃos y aun asà rechazaron aceptar que Jesús era el MesÃas prometido—porque él no llegó de la manera que ellos deseaban o esperaban!
Algunas veces también nosotros queremos una señal en especial de Dios por varias razones cuando la respuesta está enfrente de nosotros. Algunas veces quisiéramos que Dios fuera un codependiente y decirnos todo lo que debemos o no debemos hacer—o que incluso hiciera por nosotros lo que nosotros necesitamos hacer por nosotros mismos. Debe ser obvio para el alcohólico que si él desea que su esposa y su familia regresen con él lo primero que él necesita hacer es aceptar su problema y vencerlo antes de que su esposa regrese con él. En su lugar, él quiere que Dios le libere de las consecuencias obvias de su comportamiento irresponsable y que le regrese a su esposa y la familia ahora mismo. Nunca ha funcionado de esa manera. Y nunca lo hará.
Pero Dios no es codependiente. Él no hará nada por nosotros lo que nosotros mismos podamos hacer por si solos. Si no él nos estarÃa manteniendo sobre-dependientes y no madurarÃamos. Él nos dará sabidurÃa si se la pedimos y la dirección que debemos tomar si confiamos nuestra vida en él, pero él no tomará decisiones por nosotros, no más de lo que un padre sano le dirÃa a sus niños adultos lo que ellos deben o no deben hacer. Un padre sano y sabio será un buen apoyo para sus hijos adultos y/o adolescentes y les ayudará a considerar sus opciones para que asà puedan tomar sus propias decisiones y opciones. Dios también hará esto por nosotros si le lo pedimos.
Dios nos ha dado una cabeza y un corazón y espera que los utilicemos ambos. La voluntad de Dios para con nosotros cubre un amplio espectro y una gran área. Lo importante es que vivimos en armonÃa con su voluntad; es decir, de acuerdo con los principios para una vida eficaz según lo encontrado en su palabra, la Biblia. Cuando hacemos esto, mientras que no hay vida perfecta, encontraremos que la mayor parte de la vida va quedando en su lugar de forma armoniosa. Y la única manera en la que podemos descubrir cuáles son estos principios es leerlos y aprenderlos de la palabra de Dios, la Biblia.
Dios quiere que crezcamos, maduremos y seamos responsables, para asà ser completos, y aprender a tomar decisiones sanas. Como digo tan a menudo, es solamente al grado al que estemos bien con nuestra forma de vida que asà lo estarán nuestro comportamiento, acciones, relaciones, opciones y las decisiones que tomemos.
¿Cómo aprendemos a empezar a tomar buenas decisiones? Leyendo, estudiando y aprendiendo la palabra de Dios. Aquà es donde encontramos sus principios para la vida diaria eficaz y sana.
Se sugiere la siguiente oración: “Querido Dios, por favor dame el amor por tu palabra y con la ayuda de tu espÃritu, ayúdame a comprender y aprender tus leyes y principios para una vida plena y sana. Y por favor dame el deseo de ser completo y la voluntad de aceptar la responsabilidad para hacer lo que necesito hacer. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Te agradezco. En el nombre de Jesucristo, Amén.â€
1. 1 Corintios 1:22-23 (NVI).
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