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Encuentros Diarios
Noviembre 18, 2016
El poder de la creencia
Entonces Jesús dijo, "Se hará con ustedes conforme a su fe.”1
En mis días de juventud pensaba que era el único quién tenía un complejo de inferioridad y que se sentía inseguro. Hace mucho tiempo que aprendido que el sentirse inseguro era parte de la condición humana y no estaba solo en esto. La mitad de la respuesta en cómo superar este sentimiento es admitirlo y entonces estaremos libres para crecer y cambiar. Tristemente, estas sensaciones están tan metidas en nuestra mente por otras personas que nos rebajaban o simplemente no creían en nosotros.
Por ejemplo, leí recientemente cómo “el famoso siquiatra, el Dr. Alfred Adler tuvo una experiencia cuando joven, que ilustra el gran alcance que tal creencia puede tener sobre el comportamiento y la capacidad. Él empezó mal en matemática y su profesora se convenció que él era “un tonto para las matemáticas.” La profesora después les comunicó este ‘hecho’ a los padres y les dijo que no esperaran demasiado de él. Ellos también quedaron convencidos. Adler aceptó pasivo la evaluación que habían puesto sobre él. Y sus grados en aritmética probaron que habían estado correctos.
“Un día, sin embargo, él tuvo un flash repentino de discernimiento y pensó que había visto como solucionar el problema que la profesora había puesto en el pizarrón, y que ningún otro estudiante había podido resolver. Él se lo hizo saber a la profesora. Ella y la clase entera se rieron de él. Con lo cual, él se indigno, se levanto y a grandes zancadas llego frente al pizarrón, y para el asombro de los demás solucionó el problema. Al hacer esto, él se dio cuenta de que podía entender la aritmética. Él sintió una nueva confianza en su capacidad, y se convirtió en un buen estudiante de las matemáticas.”
Hace algunos años compartí con un amigo un poema que había escrito y él lo hizo pedazos. Trágicamente creí en sus palabras y no volví a escribir otro poema por años. Lo que me animo a escribir de nuevo fue cuando una talentosa artista me dijo cuánto le gustaban mis poemas. Eso me inspiró a que escribiera aún más. El hecho es, todos necesitamos de alguien que ve los regalos que tenemos, que cree en nosotros, y nos anima a que desarrollemos nuestros dones y a que los utilicemos.
Se sugiere al siguiente oración: “Querido Dios, gracias por los dones y capacidades que me has dado. Por favor ayúdame a descubrir cuáles son, a estar bien entrenado y tener la destreza para usarlos, creer en mí mismo como tú crees en mí, y a utilizar mis dones para tu gloria. Y ayúdame a ser una persona que anime a otros a que se vean a sí mismos, desarrollen, y usen sus dones para tu gloria. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Te agradezco. En el nombre de Jesucristo, Amén.”
1. Mateo 9:29 (NVI).
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