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Diciembre 20, 2016

“El SEÑOR le preguntó—¿Qué tienes en la mano?—Una vara—respondió Moisés.â€�¹

Leí cómo en 1872, a la edad de 16, Booker T. Washington (nacido un esclavo y quien después se convirtió en el principal educador de color a finales del siglo diecinueve y a principios de siglo 20) decidió que él quería ir a la escuela. Él caminó 500 millas para legar al Instituto de Hampton en Virginia, y se presentó con la directora de la institución. Tiempo después Washington recordaría como estaba su apariencia física en ese momento, “Habiendo pasado tiempo sin los alimentos apropiados, sin darme un baño, o cambiarme de ropa, la primera impresión que cause en la directora no fue muy favorable y pude ver de inmediato que había dudas en su mente sobre mí.�

Finalmente ella dijo le dijo, “el salón de presentaciones necesita ser limpiado. Tome la escoba y hágalo. “Alguna otra persona pudo haber sido insultada por haberle sido asignado un trabajo tan insignificante. Pero Washington reconoció inmediatamente que ésta era su gran oportunidad. Él barrió ese cuarto tres veces y sacudió el polvo cuatro veces. Él incluso limpió las paredes y los armarios. Entonces él se reportó con la directora para informarle que el trabajo estaba terminado. Ella examinó el sitio como si fuera un sargento. Ella incluso tomó un pañuelo y lo frotó a través de la parte superior de la puerta. Cuando no pudo ni una partícula de polvo, ella dijo, “creo que usted puede entrar en esta institución.�

A sus 16 años, Washington no podía hacer muchas cosas. Pero él podía limpiar un cuarto. Y él lo hizo gloriosamente. La vida extraordinaria comienza al usar lo que tenemos. ¿Qué dones tiene usted que no ha activado completamente?²

Se sugiere la siguiente oración: “Dios mío, gracias por usar a las personas ordinarias para hacer cosas ordinarias de forma extraordinaria. Por favor úsame para lo que sea que tú me has elegido y para hacer lo que tú deseas ya sea grande o pequeño—y de esa manera ayudar a que el mundo sea un lugar mucho mejor donde vivir. Gracias por escuchar y responder a mi oración. De todo corazón en el nombre de Jesús, Amén.�

1. Exodo 4:2 (NASB).
2. Bill Bouknight, http://www.eSermons.com, Julio 2002.

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