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Marzo 20, 2020

Venciendo los miedos

“El Señor está conmigo, y no tengo miedo; ¿qué me puede hacer un simple mortal?â€1

“En una tira de la historieta cómica de Peanuts, Charlie Brown va con Lucy buscando un poco de ayuda psiquiátrica. Ella procede a establecer claramente su “miedo†muy particular. “Quizás,†dice ella, “tienes Hipengiofobia, que es el miedo a la responsabilidad.†Charlie Brown le responde “no.†“Bien, quizás padeces de ailurofobia, que es el miedo de gatos.†“No.†“Bien, quizá tienes climacofobia, que es el miedo de escaleras.†“No.†Exasperada, Lucy dice, ‘bien, quizás tengas pantofobia, que es el miedo a todo.’ ‘! Sí,’ dice Charles, “eso es!’â€

El miedo es un problema muy común entre nosotros. Estamos inundados por todo tipo de miedos: miedo a las alturas; miedo a la obscuridad; miedo a las arañas; saltamontes, ratones y todo tipo de insectos pequeños (que son miles de veces más pequeños que nosotros); miedo al desempleo, miedo a las enfermedades, miedo estar cerca, miedo al rechazo, miedo a la muerte, miedo a estar solo, y todo tipo de miedos. Algunos son validos, otros los aprendemos, algunos son imaginarios, algunos son reales y algunos son falsos.

De hecho hay algunas cosas a las que debemos de temer por ejemplo el conducir a través del semáforo en rojo; conducir un vehículo inseguro; el zambullirse de altos lugares sin primero comprobar la profundidad del agua; y así sucesivamente. Y ciertamente debemos temer a la muerte si no estamos preparados para la vida después de la muerte. Éstos son miedos sanos y son una forma en la que la naturaleza nos advierte para que evitemos ciertas situaciones, y para protegernos y para que cuidemos de nosotros mismos y de nuestros seres amados. El hacer caso omiso de estos miedos es pura insensatez.

Son los temores aparentemente irracionales los que nos causan dificultades. Por ejemplo, alguna gente le teme al éxito, e inconscientemente se van por el camino al fracaso. Alguna gente teme tanto el enfermarse que terminan por enfermarse. Alguna gente le teme a la proximidad en la relaciones y terminan estando solos. ¿Pero cómo podemos superar nuestros miedos?

Miedos aprendidos. Algunos miedos los podemos superar haciendo las cosas que tememos poco a poco. Por ejemplo, mi madre le tenía pavor a los saltamontes
—especialmente a los de tamaño grandes que había en abundancia en donde yo crecí. Desde temprana edad aprendí a tenerles miedo. Para superar este miedo practiqué el tocar a uno con la mano—empecé con los más pequeños – hasta que me atreví a tomar al más grande.
 
Miedos con los que podemos vivir. Algunos miedos son inofensivos y podemos aprender a vivir con ellos. Por ejemplo, tengo un miedo particular de ciertos alimentos (probablemente debido a una cierta mala situación en el pasado) pero puedo vivir sin comer espárragos.

Miedos enterrados. He escrito sobre esto antes pero mi miedo mayor era el miedo al amor/cercanía que vino de experiencias dolorosas de la niñez. No explicaré los detalles aquí pero como adulto tenía un miedo profundo  de que si alguien me amaba, me dejarían, me sofocarían, o intentarían deshacerse de mí. Por lo tanto, por gran parte de mi vida estaba invadido por una soledad muy profunda hasta que llegue a la realización de que trataba de escapar del amor.

Solamente cuando vi y admití que éste era mi problema, fui capaz de conseguir la ayuda que necesitaba para superarlo. También sabía que si no lo superaba, estaría alejándome del amor por el resto de mi vida. Con la ayuda de Dios y la ayuda de un buen terapista, pude dejar de alejarme del amor por lo cual estoy extremadamente agradecido. Una vez más sabía que era mi problema y sabía que necesité ayuda, el compromiso y el trabajo arduo para superarlo.

Miedos circunstanciales. En las circunstancias que están más allá de nuestro control, necesitamos confiar nuestra vida a Dios y aprender a confiar en él. Esto es algo que podemos elegir el hacerlo. Cuando estoy en estas situaciones, repito constantemente un salmo de David que dice (cuando el rey Saúl intentaba matarle), “El Señor está conmigo, y no tengo miedo; ¿qué me puede hacer un simple mortal.â€2

Recuerden, también, donde no hay temor no hay necesidad del valor.

Se sugiere la siguiente oración: “Querido Dios, gracias por comprender mis miedos. Por favor ayúdame a llegar a un arreglo con mis miedos—a ser responsable en situaciones en donde el miedo es una señal de un peligro latente; Señor confronta y vence los miedos que están obstaculizando el que yo pueda ser todo lo que tú has previsto para mí; y ayúdame a aprender a confiar en ti bajo toda circunstancia que este fuera de mi control. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Te agradezco. En el nombre de Jesus, amen.â€

1.  Salmos 118:6 (NVI).
2.  Salmos 118:6 (NVI).

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