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Encuentros Diarios
Agosto 07, 2020
No hay condenacion
“E inclinándose de nuevo, siguió escribiendo en el suelo. Al oÃr esto, se fueron retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos, hasta dejar a Jesús solo con la mujer, que aún seguÃa allÃ. Entonces él se incorporó y le preguntó: Mujer, ¿dónde están? ¿Ya nadie te condena? Nadie, Señor. Tampoco yo te condeno. Ahora vete, y no vuelvas a pecar.â€1
Para mà no hay una imagen más bella del amor incondicional de Dios que el ejemplo en donde los religiosos le llevan a Jesús a la mujer que fue atrapada en el acto del adulterio (como lo mencionan las escrituras del dÃa de hoy)
En esos dÃas la pena por el adulterio era el morir apedreado – una situación aterrorizante en la que se encontraba esta mujer. ¡Pero por mi vida que no puedo ni comenzar a imaginarme cómo una mujer podrÃa ser atrapada en el acto del adulterio! ¡Esto fue porque en esta ocasión era un intento por atrapar a Jesús - y las “piedras de la acusación†ocultas en los bolsillos de los acusadores eran más bien para Jesús que para la mujer adúltera!
“La ley de Moisés dice,†estos hipócritas religiosos celosos de Jesús le dijeron, “que esta mujer debe ser apedreada hasta morir. ¿Qué dice usted? “No importaba lo que él contestara, ellos creyeron que lo habÃan atrapado y que lo encontrarÃan culpable. Si él decÃa que ella debÃa de ser apedreada a muerte, ellos podrÃa acusarlo de no tener ninguna misericordia. Si él decÃa que ella no deberÃa de morir, ellos podrÃan acusarlo de romper la ley de Moisés.
La respuesta de Jesús fue brillante, “sÃ,†dijo él, “la ley de Moisés dice que ella debe ser apedreada a muerte. ¡Asà que adelante y mátenla! “Pero antes de que tuvieran la oportunidad de mover un dedo, Jesús agregó, “Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra!
El silencio era impresionante mientras que uno por uno aquellos fanáticos religiosos, como perros asustados, metieron sus colas religiosas entre sus piernas y se alejaron tan rápidamente como pudieron.
Jesús entonces preguntó a la mujer, “¿dónde están tus acusadores? A lo cual ella contestó, “todos se han ido, señor†entonces Jesús le dijo, ‘tampoco yo te condeno. Ahora vete, y no vuelvas a pecar.â€
No siempre por supuesto, pero algunas personas cometen el adulterio (y/o la fortificación) porque están buscando el amor en los lugares incorrectos. Existe la posibilidad que esta era la primera vez en que esta mujer amó y aceptó a un hombre (Jesús) por primera vez en su vida - amor por quien ella era y no por lo que ella tenÃa para ofrecer a los hombres. La aceptación de Jesús y su amor incondicional por ella la liberarÃa totalmente de la vida del pecado. Esta es la razón por la cual Jesús le pudo decir, “‘tampoco yo te condeno. Ahora vete, y no vuelvas a pecar.†Les repito, él no perdonó su comportamiento pecaminoso, pero tampoco la condenó a ella. Una vez más fue el amor incondicional de Jesús el que la liberó de su vida pecaminosa.
Dios nunca trata de condenarnos, de hacernos sentir culpables, de avergonzarnos. Es la gente la que nos hace sentir asà - incluyendo a alguna gente religiosa. Dios desea perdonarnos y liberarnos de la vida del pecado. Nosotros, también, necesitamos venir a Jesús y recibir su amor incondicional, sin crÃtica, y que no lastima. Está allà para “todo aquel que desee venir a él.â€
Se sugiere la siguiente oración: “Querido Dios, gracias por tu amor incondicional por mi y porque me has proveÃdo una puerta de escape a las consecuencias de mis pecados al darme a tu hijo, Jesús, para que muriera en mi lugar y asà pagar la pena por mis pecados. Por favor ayúdame a amarme y aceptarme y aceptar a los demás en la misma forma en la que tú me aceptas y me amas. Libérame de mis pecados y ayúdame a vivir siempre para glorificarte. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Te agradezco. En el nombre de Jesús, amen.â€
1. Juan 8:8-11.
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