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Encuentros Diarios
Mayo 04, 2016
Servicio
“Después llegó el que habÃa recibido sólo mil monedas. "Señor —explicó—, yo sabÃa que usted es un hombre duro, que cosecha donde no ha sembrado y recoge donde no ha esparcido. Asà que tuve miedo, y fui y escondà su dinero en la tierra. Mire, aquà tiene lo que es suyo."1
“Sir Michael Costa, el famoso conductor, llevaba a cabo un ensayo. Mientras que el poderoso coro cantaba, acompañado por cantidad de instrumentos, el músico que tocaba el flautÃn – una pequeña flauta – quizás pensando que nadie se darÃa cuenta si dejaba de tocar en medio de tanta música, dejo de hacerlo. Inmediatamente, el famoso conductor se detuvo y grito, ‘¿dónde está el flautÃn?’
“El sonido de ese instrumento tan pequeño era necesario para la armonÃa, y el conductor principal lo notó en cuanto dejo de tocar. ¿El punto? Para el conductor no hay instrumentos insignificantes en una orquesta. ¡En ocasiones lo más pequeño y aparentemente menos importante puede hacer la contribución más grande y aunque no parezca hacer la gran diferenciar para la audiencia en general, el conductor lo nota enseguida!
“En la iglesia, en la vida y en el trabajo de Dios sobre la tierra los jugadores y los instrumentos son diversos – diferentes tamaños, diversas formas, diferentes notas, diversos papeles a interpretar. Pero como el músico que tocaba el flautÃn en la orquesta de Sir Michael, en nuestra propia soberanÃa decidimos a menudo que nuestra contribución no es significativa. Nuestra contribución no puede hacer alguna la diferenciar. Y dejamos de hacer las cosas. Paramos de hacer aquello que se nos ha encomendado hacer. Nos damos por vencidos. Pero el conductor lo nota inmediatamente.â€2
Desde nuestras perspectivas tal vez nuestras contribuciones puedan parecer pequeños, pero desde el punto de vista de Dios son importantes. Asà que, hagan lo que hagan, no entierren su flautÃn (el talento) pero pónganlo al uso en el servicio del señor recordando que servimos a Dios cuando servimos a los demás y lo hacemos en el nombre de Jesús.
Se sugiere la siguiente oración: “Querido Dios, gracias por el regalo que me has dado y por la parte que me has dado a interpretar al planear el mundo en el que hoy vivo. Ayúdame a realizar mi parte en forma diligente, con fe, y con lo mejor de mis capacidades para tu gloria y el beneficio de los demás. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Te agradezco. En el nombre de Jesús, amen.â€
1. Mateo 25:24-25 (NVI).
2. Adaptado del sermón de Richard Love: "Blowing Your Horn," Memphis: Sermon Illustrations, 1999. Citado en www.eSermons.com.
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