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Encuentros Diarios
Septiembre 21, 2016
En la hora de la pena
“Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren.”1
Un lector de Encuentros Diarios escribe: “Acabamos de descubrir que mi madre tiene cáncer pulmonar que se ha pasado al hígado. Sé que el Señor nos tiene en sus brazos, ¿pero como encuentro las fuerzas y el valor para manejar lo que se aproxima? Sé que mi madre necesita descansar por su dolor, y que la quimioterapia la enfermara, pero no estoy listo para dejarla ir. ¿Cómo puedo dejar de sentirme egoísta? Es muy difícil dejarlo todo en las manos de Dios.”
No creo que sea egoísta sentirse de esa manera. De hecho, es muy normal. Siempre es muy difícil cuando nuestros seres amados sufren y cuando hay la posibilidad de perderlos, y aun mas difícil cuando los perdemos.
Desafortunadamente, las pérdidas son parte de la vida y todos nosotros las experimentaremos en algún momento y nunca es algo fácil.
No creo que haya respuestas sencillas, excepto la confirmación diaria y el confiar nuestras vidas y la de nuestros seres querido al Señor. Decirle a Dios exactamente cómo nos sentimos (aunque él ya lo sabe) y decirle que elegimos confiar en él incluso si pensamos que no se puede. Hagamos esto todos los días o incluso más si es necesario. Con el tiempo sus sentimientos estarán al mismo nivel que su elección de confiar en Dios. También es muy importante no guardarse los sentimientos de tristeza. Las lágrimas son un regalo de Dios para ayudarnos a drenar el dolor de las penas y de las pérdidas. Oren para que Dios les envíe un amigo con quien ustedes puedan llorar sin ser criticados o que les digan que no debería sentirse así. ¡Recuerde que cuando Jesús estaba triste, él lloró! Tenemos que hacer lo mismo.
Recuerdo la canción que Danny Gaither cantó en forma maravillosa antes de morir de cáncer. Las palabras del coro van algo así:
A través de todo,
A través de todo,
He aprendido a confiar en Jesús
He aprendido a confiar en Dios
A través de todo,
A través de todo,
He aprendido a depender de su Palabra.
Es sólo a través de los tiempos difíciles que aprendemos a confiar en Dios. Y al final para todos los que confían en Dios y han entregado su vida a él, nos veremos de nuevo en un lugar donde no habrá más enfermedades, tristezas, penas, o muerte, y en donde Dios limpiará todas nuestras lagrimas. Ese será un die glorioso. Mientras tanto también necesitamos amigos que nos comprendan y se preocupen y en quienes nos podamos apoyar.
Se sugiere al siguiente oración: “Querido Dios, en todas las circunstancias de la vida he elegido confiar en ti sin importar como me sienta. Por favor ayudarme a que mis sentimientos estén al par de mi decisión de confiar en ti y aun si mis sentimientos no se ponen a la par, yo elijo confiar en ti pase lo que pase. Ayúdame Dios mío. Gracias por escuchar y responder a mi oración. Te agradezco. En el nombre de Jesús, amen.”
1. 2 Corintios 1:3-4.
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